Tras los resultados del 23 de julio un escenario de incertidumbre gobierna estos días. Pero hay resultados que son claros: el ritmo del calentamiento climático en España es más rápido que la media mundial –ya hay quienes dicen que este será el verano más frío de nuestras vidas-; las desigualdades continúan creciendo; en lo que va de año se han asesinado a 24 mujeres; 500.000 personas siguen esperando su regularización urgente; las muertes en la Frontera Sur siguen aumentando y 37.000 personas no tienen hogar. Estos datos no son exclusivos de este país, forman parte de un contexto de crisis global que es climática, económica, social, sanitaria y de valores.

Estamos destrozando el planeta y sus vidas, gobierna la necropolítica que somete la(s) vida(s) al poder de la(s) muerte(s). Y otro apunte: las poblaciones que sufren las mayores consecuencias no son, ni de lejos, las que han generado estos problemas. De ahí la importancia de defender la cooperación estatal y descentralizada, porque como hemos señalado muchas veces, cooperar no es solo un compromiso humano y de justicia social, es también una opción inteligente.

Desde la Red de ONGD de Madrid, formada por casi un centenar de organizaciones del tercer sector, tendemos a contar las malas noticias en el mundo, tal vez porque nuestra existencia es una consecuencia de los peores datos de este sistema. Pero también somos las primeras en levantar la cabeza cuando un cero coma cero algo mejora. Somos adictas al “todavía queda esperanza” y al conseguir resultados de hormigas con toda la alegría. Somos las que todavía mencionamos la Agenda 2030 como la llave para entender que lo local es global.

Durante la pandemia ya demostramos que para atajar situaciones de crisis global hace falta también un decidido apoyo a la solidaridad y la cooperación internacional. La COVID 19 puso de manifiesto todo lo que la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo tratan de explicar: la conexión entre lo social, lo económico, lo político y lo medioambiental; la necesidad de actuar desde lo local con una mirada global; y la eficacia de destinar la ayuda al desarrollo al servicio de lo público, como la salud o el medio ambiente.

Y es que sí, nos gusta celebrar los pequeños grandes avances. En un contexto histórico de emergencia climática, una pandemia mundial y una guerra en Europa, España ha cogido carrerilla a la hora de impulsar derechos. Aunque a esta maratón le queden todavía muchos kilómetros por recorrer para que todas lleguemos a la meta.

No se puede ocultar que hay personas que se han quedado atrás, que nunca es suficiente y que siempre queda por hacer. Desconocemos la fórmula perfecta para los pactómetros que estarán bailando estos días en los medios de comunicación, nosotras no hablamos de bloques ni de izquierda ni de derecha, hablamos de derechos y del bienestar de todas las personas. Eso es lo que queremos, más derechos para todas y en todas partes. La única certeza es que no puede haber un retroceso.

Es la hora del café. Toca sentarse, dialogar y escuchar. Con lo que nos gusta hablar en este país, seguro que algunas conclusiones sacarán. Somos conscientes del trabajo que lleva llegar a acuerdos, también de que algunos consensos son urgentes y evidentes. Así lo demostraron el 90% de diputadas y diputados del Congreso que aprobaron la Ley de Cooperación en febrero de 2023, dando un paso de gigante para poner en el centro la defensa de los derechos humanos y la justicia social. Una vez más demostramos como la cooperación estatal y descentralizada es una herramienta fundamental para avanzar en derechos. Porque, si bien la Red de ONGD de Madrid está formada por organizaciones con enormes diferencias -somos ecologistas, religiosas, laicas, feministas, migrantes, conservadoras, progresistas…- nos une la fantástica idea de querer transformar el mundo. Para nosotras esto no es una quimera, es nuestro trabajo.

Instamos a los partidos políticos, que buscan la posibilidad de gobernar tras los resultados del 23J, que reflexionen sobre los resultados que arrojan que somos una población diversa que nos une la radical idea de que todas vivamos mejor.

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