2022 empezaba su camino después de un período complejo en todo el planeta. El impacto de la pandemia había sido tan gigantesco que, aún estábamos recuperando el aliento, cuando a finales de febrero Rusia invadió Ucrania. Comenzó una guerra que, como todas, cercenó la vida de millones de personas y derivó en enormes y graves consecuencias no solo para Ucrania y los países limítrofes, sino para todo el mundo. El precio de los alimentos básicos se disparó y poblaciones que ya vivían situaciones extremas, las sufrieron aún más. La pobreza, el hambre y la miseria subían como no lo habían hecho en décadas.
Los espacios de participación ciudadana y la calidad democrática empeoraron en la mayoría de los países. El hostigamiento y asesinato de defensoras y defensores de derechos humanos continuaron creciendo; también los feminicidios y la persecución de personas con identidades diversas. Las cumbres internacionales por el cambio climático se sucedían sin que se pusiera freno al calentamiento global. Tampoco se frenaron las desigualdades, que continuaron aumentando: los más ricos alimentaron sus bolsillos de manera exponencial a costa de dejar en el camino a la inmensa mayoría del planeta.
Millones de personas siguieron defendiendo la dignidad de la vida y la solidaridad entre gente de distintas procedencias e identidades
A pesar de un contexto tan adverso, millones de personas siguieron defendiendo la dignidad de la vida y la solidaridad entre gente de distintas procedencias e identidades. Movimientos ciudadanos de todo el mundo exigían sus derechos, tejían redes más allá de las fronteras, conseguían logros, alcanzaban metas globales. Nuestras organizaciones caminaron con muchos de estos movimientos, como venimos haciendo desde nuestro nacimiento. Participamos en la construcción colectiva de alternativas globales en defensa de los derechos y la vida.
2022 fue el año en el que seguimos contribuyendo al diseño de la nueva Ley de Cooperación; una ley que debía responder con rigor a la magnitud de los problemas globales que nos afectan y que debía servir de referencia al resto de políticas (nacionales e internacionales). Fue el año en el que nos sumamos a cientos de miles de hombres y mujeres que apoyaron la ILP para la regularización de las personas migrantes. El año en el que seguimos apostando por el enfoque feminista, el ecologista y el de paz, convencidas de que son estas miradas las que nos ayudan a salir de los nudos que nos ahogan como humanidad.
Nos mantenemos en el camino y vamos abriendo brechas porque, a pesar de todo, la defensa de la vida siempre se abre paso.
El trabajo de arropo a nuestras socias fue una constante: formaciones, coordinación, reuniones, diálogos… cuidados colectivos que hacen de nosotras un sector consolidado y capaz de afrontar de la mano los baches del camino. También fue importante nuestra apuesta por la comunicación con enfoque de derechos humanos, una pieza esencial en nuestro trabajo; como también lo fue la transparencia y el buen gobierno o el trabajo que hicimos en los ámbitos más locales de la mano de nuestras coordinadoras autonómicas.
Esta memoria es una pequeña muestra de lo realizado; su intención es arrojar luz sobre lo conseguido. Nos mantenemos en el camino y vamos abriendo brechas porque, a pesar de todo, la defensa de la vida siempre se abre paso. Celebrar estos logros colectivos alimenta la utopía que nos mueve en nuestro trabajo diario. Gracias por acompañarnos.
Irene Bello Quintana, presidenta de La Coordinadora.