Nos encontramos ante desafíos globales como el cambio climático,  desigualdades crecientes o el avance de propuestas políticas que ponen en cuestión los derechos humanos.  La forma en la que se ha medido el desarrollo en las últimas décadas se  ha demostrado errónea en la medida en que  no es capaz de ofrecer alternativas reales a un modelo de vida autodestructivo e insostenible. Hacen falta nuevas herramientas que permitan transformar la forma de ver y comprender el mundo; herramientas que permitan relacional las consecuencias e impactos que tienen las acciones humanas y las políticas en diferentes territorios y personas de todo el planeta.

El Índice de Coherencia nace para  contribuir a ese necesario cambio de mirada. En él se evalúan  153 países que son los  que cuentan con indicadores suficientes para hacer el análisis. El resultado: ningún país, ni siquiera Noruega, lo está haciendo bien.

Si no pudiste seguir la presentación, puedes consultarla en este vídeo:

Una herramienta necesaria en un contexto adverso

La valoración de las personas que han participado en la presentación ha dejado claro que es una propuesta para construir «enfoques que nos ayuden a dibujar otros horizontes» en un contexto mundial muy complejo.  La oleada conservadora, el cuestionamiento de derechos, el ataque a la vida de personas migrantes y racializadas están suponiendo un retroceso de la democracia. El cambio climático y su impacto en los entornos y en las vidas, el extractivismo de los recursos… todo ello son cuestiones ligadas a los intereses oligárquicos  de sectores privilegiados. «Estamos en un momento de acumulación de riqueza por desposesión«, ha afirmado Pastora Filigrana. Ante tal situación, urge contar con propuestas alternativas que  amplíen las opciones de vida de las personas.

Quienes históricamente ha defendido la tierra han tenido un espacio en la presentación: Chico Mendes, Berta Cáceres, personas que han sufrido siempre una gran represión. El incremento del hostigamiento a los movimientos sociales está poniendo el foco de manera especial en el ecologismo, los feminismos, la comunidad LGTBIQ+ y el movimiento de vivienda.  Mientras esto ocurre, nadie pone en cuestión los beneficios empresariales.  «Y mientras no cuestionemos todo esto, más seguiremos alimentando lo que el Índice retrata»,  ha afirmado Luis Rico, de Ecologistas  en Acción.

Algunas cuestiones a mejorar

La esencia de esta propuesta reside en las preguntas, el cuestionamiento, el no dar por hecho los enfoques establecidos. Durante el diálogo se han señalado algunas cuestiones que deberían ser tenidas en cuenta por el Índice. Otras formas de entender los derechos colectivos que vienen de la mano de otras cosmologías, indicadores que iluminen las desigualdades entre distintas personas, sobre todo aquellas «que no es que ahora se caigan del barco sino que nunca han estado en él». Se ha señalado la necesidad de avanzar hacia propuestas de desarrollo que pongan el centro la dignidad de todas las vidas y la protección del planeta. En paralelo,  se ha puesto en valor la capacidad del  Índice para romper esquemas tradicionales que muestran los modelos occidentales como ejemplo; el análisis que aporta muestra cómo países supuestamente desarrollados lo son a costa del resto del planeta.

Vivimos en un momento en el que hay que defender la libertad, la justicia climática, la paz, la igualdad entre las personas, un planeta en el que las relaciones de trabajo nos hagan más felices y «una cooperación que suponga la búsqueda colectiva de horizontes emancipatorios«. Una propuesta como el Índice puede contribuir a ello.

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