Como todas las primaveras, el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la OCDE anticipa los datos preliminares de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) del año anterior, en este caso, de 2022. Estos datos hacen referencia a los países donantes, incluida España. La imagen general muestra cifras récord a nivel mundial, al superar los 200.000 millones de dólares. A pesar de ello, cabe recordar que sigue siendo insuficiente puesto que solo alcanza el 0,36% de la Renta Nacional Bruta de los países donantes; o lo que es lo mismo, la mitad del histórico compromiso del 0,7%.

El aumento de AOD mundial supone un 13,6% con respecto a 2021, aunque este dato responde en realidad a fondos destinados a la cogida de personas refugiadas ucranianas en los propios países del CAD. Esto hace que el dinero permanezca en el propio territorio lo que incumple uno de los principios de la AOD que es la redistribución de la riqueza entre países.

España, compromiso modesto

España no es diferente. En 2022, la AOD española alcanza 4.207 millones de dólares, lo que supone el 0,3% de la RNB. Este dato supone un aumento con respecto al año anterior, pero aún queda por detrás de la media de los países europeos del CAD, que se sitúa en un 0,57%. Y también muy alejada de los 6.000 millones alcanzados en 2008.

Si se restan los fondos destinados a la acogida de población refugiada ucraniana, no se superan los 3.400 millones de dólares; eso sitúa la AOD española en un 0,24% de la RNB. Teniendo en cuenta las múltiples y graves crisis que afectan a millones de personas en todo el planeta y las reiteradas declaraciones de compromiso del Gobierno con esta política pública, esta cifra es insuficiente.

El apoyo a la población refugiada de todo el planeta es un deber recogido en múltiples leyes internacionales que los Estados deben cumplir; no hacerlo nos lleva a derivas muy peligrosas. La acogida brindada a la población ucraniana demuestra que, cuando hay voluntad política, pueden asegurarse políticas públicas a la altura; en este sentido, debería marcar el camino a seguir con todas las personas que sufren las consecuencias de las guerras, las violencias y la miseria. Ahora bien, esos fondos no deben ser contemplados como cooperación, sino como fondos específicamente destinados a la atención de quienes ejercen su derecho al refugio.

 

No olvidar la esencia de la cooperación

El aumento de fondos para AOD es siempre una buena noticia, pero es importante observar con detalle a qué se destina el presupuesto y qué contribución real tendrá en la mejora de la vida de las personas. Los fondos dirigidos a apoyar a la población refugiada en España no pueden ser contabilizados como cooperación. Por otra parte, es necesario que se aumenten los recursos destinados a países y regiones en situaciones más extremas que necesitan mayores aportes para garantizar los derechos humanos y cumplir los objetivos de la Agenda 2030.

La senda de crecimiento de la cooperación en la legislatura actual es positiva, aunque insuficiente. Los fondos deben seguir aumentando y, sobre todo, responder a la esencia de una política pública que apoya a países en situaciones muy complejas. La recién estrenada Ley de Cooperación para el Desarrollo y la Solidaridad Global pone en el centro las necesidades reales de las personas con quienes cooperamos. Será crucial que este año, en el que se realizarán las reformas que apunta la Ley, se asegure que, efectivamente, la cooperación responde a sus objetivos. Las múltiples crisis que afectan a millones de personas en todo el mundo, así lo exigen.

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