¿Qué son los Países Menos Desarrollados?  En esta categoría se incluyen 46 países, una cuarta parte del total de países del mundo.

Afganistán, Angola, Bangladesh, Benín, Bután, Burkina Faso, Burundi, Camboya, República Centroafricana, Chad, Comoras, República Democrática del Congo, Yibuti, Eritrea, Etiopía, Gambia, Guinea, Guinea Bissau, Haití, Kiribati, Laos, Lesoto, Liberia, Madagascar, Malawi, Mali, Mauritania, Mozambique, Myanmar, Nepal, Níger, Ruanda, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona, Islas Salomón, Somalia, Sudán, Tanzania, Timor Oriental, Togo, Tuvalu, Uganda, Yemen y Zambia.

Estos 46 países concentran más de 1.100 millones de habitantes (esta cifra supera la población de la Unión Europea, Estados Unidos, México, Canadá y Japón juntos); a pesar de ello, su PIB conjunto no alcanza al de España.

¿Cuál es el compromiso internacional con estos países? Los países donantes -pertenecientes al Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD), entre los que se encuentra España y buena parte de los miembros de la Unión Europea-, se comprometieron a que sus aportaciones de cooperación para el desarrollo bilateral a estos países se situara por encima del 0,15% o el 20% de su PIB. Este compromiso se ha venido repitiendo desde Cumbre Mundial Social de 1995, el Consenso de Monterrey de 2022, el Foro de Alto Nivel de Eficacia de Ayuda de París 2005 o la propia Agenda 2030 en su meta 17.2.

A pesar de ello, en 2020 (últimos datos oficiales), la media de los países de la UE se encontraba en un 0,11% y la de España en un irrisorio 0,05%. Esta cifra supone tan solo un cuarto del compromiso asumido por España.

¿Por qué esta Cumbre? ¿En qué debemos avanzar en el apoyo a los países más vulnerables? La situación de estos países es extremadamente frágil. Una situación que se ha visto agravada por las múltiples crisis globales de los últimos años y que los ha alejado de los objetivos de la Agenda 2030. Por ejemplo, el 26% de su población sufre desnutrición, alrededor del 50% no tiene acceso a la electricidad. A ello se unen los altos niveles de deuda y los intereses aplicados a los bonos estatales que se sitúan en niveles muy superiores a los de los países del CAD, lo que dificulta su reacción ante las crisis además de hipotecar su futuro.

Un hecho destacado es el poco peso de estos países en las decisiones internacionales, especialmente en las comerciales y financieras. En estos momentos, por ejemplo, solo cuentan con el 3,5% de los votos en organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) cuyas decisiones les influyen de forma manifiesta.

Por lo tanto, si queremos empujar la Agenda 2030 y no queden más atrás es básico:

  • Avanzar en mecanismos de cancelación de la deuda.
  • Alcanzar los compromisos de Ayuda Oficial al Desarrollo incumplidos.
  • Establecer mecanismos de preferencia comercial con estos países que favorezcan su desarrollo (y no establecer preferencias comerciales con otros países que aún les dejan en una mayor posición de inferioridad).
  • Reformar la arquitectura financiera internacional.
  • Favorecer las transferencias tecnológicas con licencias libres (por ejemplo, en el caso de las vacunas).

En la Cumbre se está debatiendo un Plan de Acción que debe ser ambicioso y no quedar en generalidades. Aunque sobre el papel se habla de la participación de la sociedad civil y la juventud dudamos que se esté haciendo con el nivel de profundidad necesaria.

¿Qué puede hacer España al respecto? Por diferentes causas históricas, culturales y económicas, España ha centrado buena parte de su cooperación en países de renta media. Sin negar la importancia de apoyar la cooperación con esos países, esta no debe ser una excusa para incumplir con los compromisos con los países en situaciones más frágiles.

Por lo tanto, exigimos que en los próximos años se alcance el compromiso del 0,20% con los estos países. Esto supondría elevar nuestra cooperación con ellos de los 500 millones actuales a los 2.000 millones. Si avanzamos hacia el 0,7% para la cooperación, tal como establece la Ley recientemente aprobada, aún queda margen para mantener un apoyo sólido a los países latinoamericanos o a nuestros vecinos del Mediterráneo.

Estos objetivos deben contemplarse en el nuevo VI Plan Director de la Cooperación Española, tanto a nivel presupuestario como de priorización de países. Además, es importante el papel de España en el FMI para repensar los procesos de canalización de la deuda y la reforma de la arquitectura financiera internacional. En la actualidad la vicepresidenta primera del Gobierno Nadia Calviño preside el Comité del FMI, responsable de las políticas de la institución.

Desde las organizaciones de la sociedad civil estaremos atentas a las conclusiones y compromisos. Es hora de cooperar con los países en situación más débil y de generar unas relaciones de mayor justicia.

 

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