P. ¿Podría hablarnos un poco más de su organización?

R. Fundada en 1986, La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo es la red estatal de organizaciones y plataformas sociales que trabajan en el ámbito del desarrollo, la solidaridad internacional, la acción humanitaria, la educación para la ciudadanía global y la defensa de los derechos humanos y la paz en cualquier lugar del mundo. 

El Grupo de Feminismos de La Coordinadora es un grupo de trabajo que pretende no solo hacer visible el importante papel que las mujeres juegan en los procesos de desarrollo, sino también promover acciones para que las políticas y programas de cooperación integren el enfoque feminista en todos los procesos. Para ello damos seguimiento e incidimos en las políticas y compromisos de la Cooperación Española, promovemos y consolidamos alianzas y el trabajo en red a nivel estatal e internacional y fomentamos procesos pro equidad dentro de las propias ONGD para aportar coherencia entre lo que impulsamos y nuestro funcionamiento institucional.

P. ¿Cuál es la importancia de crear una «cooperación feminista» y qué significa?

R. Una cooperación feminista interpela el modelo de desarrollo androcéntrico y patriarcal, presente en muchos de los contextos de la cooperación y que, con el desarrollismo neoliberal, se basó en el paternalismo y/o  extractivismo impuesto por el sistema de dominación colonial, impactando muy fuertemente y de manera especial en la vida de las mujeres y sus derechos.  

Desde la política exterior feminista, su cooperación,   acción humanitaria y educación para la ciudadanía global es fundamental reforzar el principio de coherencia de políticas hacia un nuevo paradigma de desarrollo sostenible desde enfoques o prioridades de los feminismos. Reconstruir un modelo de desarrollo basado en la coherencia de políticas desde enfoques feministas y de derechos humanos. La coherencia de políticas es un fundamento esencial para avanzar en las trasformaciones sociales, ecológicas, democráticas y para implementar la Agenda 2030. 

Es un proceso imprescindible para avanzar en soluciones integrales y trasformadoras hacia la justicia global, la justicia de género, la gobernanza inclusiva, así como la promoción de los derechos humanos. Es necesario un compromiso concreto con el diseño y despliegue de un sistema integral para la promoción y seguimiento de toda la acción de gobierno desde enfoques feministas que pongan la sostenibilidad de la vida en el centro de las políticas y el fortalecimiento de la agencia de las mujeres. 

Implica no ser cómplices de aquellos factores y opresiones que denunciamos: violación de derechos, economía extractivista, expropiación de territorios, comercio de armas, narcotráfico, leyes racistas de extranjería. Queremos destacar, igualmente, la importancia de la autonomía corporal para el disfrute de todos los demás derechos humanos -como el derecho a la salud o el derecho a vivir sin violencia-, especialmente, en un momento como el actual con un fuerte auge de los movimientos  antiderechos, reaccionarios y neoconservadores.

P. En los últimos años, el término «Mujeres en el Desarrollo» se ha convertido en un lugar común en los círculos académicos y de otro tipo. Sin embargo, la integración de las mujeres en los procesos globales de crecimiento y cambio económico, político y social, y especialmente en los lugares donde tienen lugar estos debates, sigue siendo limitada. ¿Cuál cree que es el «verdadero papel» de la mujer en el desarrollo, tanto en la práctica como en la teoría? ¿Y cómo podemos ampliar estos espacios para que incluyan a las mujeres y a otros grupos históricamente marginados? 

R. En la apuesta que ha seguido la cooperación española por el avance de las mujeres y la igualdad de género, encontramos una evolución importante que se ha ido desarrollando a medida que la comunidad internacional y, especialmente los movimientos feministas, han impulsado cambios y propuestas más transformadoras de las desigualdades sistémicas. 

Desde el trabajo con nuestras socias locales de diferentes contextos y en los diálogos mantenidos con ellas, se nos indicó que había llegado el momento de que cambiáramos las llamadas «gafas de Género» por unas «gafas multifocales y progresivas» que nos llevaran a procesos trasformadores más radicales. Incluso, nos interpelaron que quienes teníamos que empoderarnos éramos nosotras aceptando e incorporando sus saberes. 

Este enfoque feminista supone un proyecto de trasformación radical del sistema y no únicamente una adopción de medidas de acción positiva a cada contexto. Busca deshacer el modelo para volver a construir partiendo de políticas más justas e igualitarias. El enfoque feminista tiene el potencial de cambiar no solo la vida de las mujeres, sino del conjunto de la sociedad, de toda persona que busque claves para transformarla. Es un potencial de transformación y su objetivo es cambiar el mundo hacia la igualdad. Transformar las relaciones de poder. Explicado de forma sencilla, el enfoque feminista quiere acabar con el sexismo, la explotación sexista y la opresión (Bell Hooks, 2019, p.21). 

Nuestros planteamientos sobre la perspectiva feminista en la política exterior, en la cooperación internacional, en la acción humanitaria y en la educación para la ciudadanía global, se basan en un análisis crítico y evaluativo que nos permite hacer propuestas de avance y de cambios necesarios para construir una política exterior feminista realmente trasformadora que partiera de las concepciones y prioridades de las organizaciones y poblaciones con las que cooperamos y que considere, respete y valore los saberes de la ciudadanía local.  

Desde un enfoque crítico feminista planteamos nuevas referencias para una política de cooperación internacional que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida y el fortalecimiento de la agencia de las mujeres y sus organizaciones  La inclusión y la agencia de las mujeres están en la base de la sostenibilidad global. 

Entendemos con “agencia”, lo que Amartya Sen define como …lo que una persona es libre de hacer y alcanzar en la búsqueda de la realización de las metas o los valores que esa persona considere como importantes. En el caso de las mujeres y de la teoría del  desarrollo se pone en relieve su papel activo, dejando de ser receptoras pasivas de la ayuda destinada a mejorar su bienestar y son vistas, tanto por los hombres como por ellas mismas, como agentes activos de cambio, como promotoras dinámicas de transformaciones sociales que pueden alterar tanto la vida de toda la sociedad. 

Desarrollar alianzas de cooperación desde una perspectiva feminista nos permitirá beber de estas fuentes, cuestionar las estructuras mismas del poder y avanzar hacia cambios estructurales que lleven a superar el sistema patriarcal y otros sistemas de dominación económica y colonial. Nuestras fuentes son el ecofeminismo, el feminismo decolonial y postcolonial, la economía feminista y la economía de cuidados.

P. En los últimos años, el término «Mujeres en el Desarrollo» se ha convertido en un lugar común en los círculos académicos y de otro tipo. Sin embargo, la integración de las mujeres en los procesos globales de crecimiento y cambio económico, político y social, y especialmente en los lugares donde tienen lugar estos debates, sigue siendo limitada. ¿Cuál cree que es el «verdadero papel» de la mujer en el desarrollo, tanto en la práctica como en la teoría? ¿Y cómo podemos ampliar estos espacios para que incluyan a las mujeres y a otros grupos históricamente marginados? 

R. Nos parece esencial abordar las diferentes brechas que interseccionan con la brecha de género. Es decir, no podemos medir las discriminaciones de género, dejando de lado la imbricación de opresiones que se superponen en este análisis de género. Apelamos a una mirada  intereseccional. 

El término de interseccionalidad ha sido formulado desde el feminismo negro como respuesta a un feminismo blanco, occidental, exclusivo que no consideraba a las mujeres de otras razas y clases sociales. Este término fue propuesto en 1989 por la jurista afroamericana  KimberléCrenshaw para indicar que las discriminaciones raciales y de género se cruzan y generan desigualdades específicas. 

Hoy es ya  un enfoque y una herramienta para el análisis, el trabajo de incidencia política y la elaboración de políticas, que aborda múltiples discriminaciones y nos ayuda a entender la manera en que diferentes de identidades influyen sobre el acceso que se pueda tener a derechos y oportunidades. Su objetivo es eliminar las desigualdades para lograr una transformación social y para ello hay que  atender a las causas y problemas de forma simultánea y coordinada. La puesta en práctica de esta herramienta desde los enfoques feministas que proponemos supone transformaciones profundas de la cultura y las dinámicas de la cooperación que conocemos. 

Como señalaban en  2019 Hill Collins y Bilge, la interseccionalidad es una forma de entender y analizar la complejidad del mundo, de las personas y de las experiencias humanas. Los sucesos y las circunstancias de la vida social y política y la persona raramente se pueden entender como determinadas por un solo factor. En general están configuradas por muchos factores que se influyen mutuamente y que actúan de manera conjunta. 

La dominación de clase y la dominación étnico-racial se alimentan mutuamente, por tanto, la lucha por la igualdad no puede estar separada de la lucha por el reconocimiento de la diferencia.  

P. ¿Cuál es su mensaje para nuestros lectores?

Invitamos a adoptar en las políticas de cooperación, de educación para la ciudadanía global y de acción humanitaria un pensamiento crítico de trasformación de los modelos de desarrollo, cooperación y de acción humanitaria hasta ahora vigentes y que están basados en una mirada crítica al capitalismo, desarrollismo antiecologista, patriarcado, androcentrismo, racismo y colonialismo. 

Para fomentar este proceso en los sistemas educativos y lugares de trabajo, habría que revisar nuestras propias prácticas organizacionales, que para defender los escuchar e incorporar en nuestros equipos de trabajo a otros colectivos como la población migrante con su mirada y propuestas de cambio, hacer más incidencia en las acciones y políticas públicas de nuestros gobiernos y empresas y sus impactos globales.  

Es un momento clave, donde gobiernos de diferentes latitudes están dando pasos para adoptar este cambio de enfoque en sus relaciones internacionales y que necesitamos una sociedad civil vigilante, activa, propositiva, muy hermanada y en alianza entre los diferentes continentes, para avanzar de modo significativo.  

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