Conflictos armados, rutas migratorias, campos de personas refugiadas, desastres naturales… Cada uno de estos escenarios convierte el cuerpo de las mujeres en campo de batalla.  En estos entornos, las mujeres y niñas tienen más probabilidades de sufrir violencia de género y se vuelven extremadamente vulnerables a abusos físicos, sexuales y psicológicos. De hecho, de los casos de violencia sexual en conflictos reportados durante 2021, el 97% se perpetraron contra ellas.

La respuesta humanitaria que se ofrezca a un determinado conflicto se convierte en una de las herramientas clave para poner reducir estos datos. Pilar Orduña García, integrante del Grupo de Trabajo de Acción Humanitaria y Subgrupo de Localización de La Coordinadora y responsable de acción humanitaria de Oxfam Intermón, afirma que es imprescindible tener un enfoque feminista para darle la vuelta a las estructuras de poder que provocan las desigualdades de género. Esto , como indica Pilar, “no solo supone repensar nuestro trabajo en el marco del sector, sino también nuestras organizaciones a lo interno, reconociendo y transformando las dinámicas de poder patriarcales y coloniales existentes”.

En el marco del día internacional para la eliminación de las violencias contra las mujeres, hablamos con ella de los retos y dificultades que supone para la acción humanitaria la adopción de una agenda feminista, de los pasos que la cooperación están dando en ese sentido y de las iniciativas que promueven las mujeres en contextos de crisis humanitarias.

P. Según Naciones Unidas los contextos humanitarios afectan en mayor medida a las mujeres: el 70% de las ellas experimentan la violencia de género. ¿Cómo debería de ser la respuesta humanitaria para dar la vuelta a los datos?

R. Las crisis humanitarias afectan a las mujeres, las niñas, los niños y los hombres de manera diferente. Las mujeres y las niñas por lo general se enfrentan a un incremento en tareas relacionadas con el cuidado de personas, la provisión de alimentos, leña o agua, entre otras. A esto se suma el caos de una crisis, que unido a la separación de la familia o al desmoronamiento de los sistemas de protección las expone a un mayor riesgo de explotación y abuso.

Para paliar estos riesgos las respuestas humanitarias deben garantizar el liderazgo femenino a lo largo de todo el proceso: las mujeres deben estar en los espacios de toma de decisiones para influir y abogar por sus necesidades; velar por la incorporación de las necesidades específicas de género en todos los sectores de la respuesta (agua, saneamiento e higiene, protección, salud, nutrición, educación, etc) y garantizar que existan programas de prevención y mitigación de la violencia basada en género que brinden capacitación, apoyo y faciliten acceso seguro y oportuno a los servicios de protección especializados.

Está demostrado que los esfuerzos humanitarios que no tienen en cuenta el contexto de género pueden poner en peligro aún más a las mujeres y las niñas y exacerbar las prácticas discriminatorias de género preexistentes.

P. ¿Existen estrategias y buenas prácticas que se hayan puesto en marcha para incorporar un enfoque feminista en la cooperación?

R. Aunque los avances aún son todavía muy tímidos, en los últimos años estamos viendo como existe un esfuerzo desde el sector humanitario por integrar un enfoque feminista en sus programas.

La adopción de la agenda feminista supone un proceso de transformación profundo que cuestiona las estructuras de poder actuales y que busca desmantelar los sistemas de privilegios, promoviendo la igualdad de género.  Supone repensar no solo nuestro trabajo en el marco del sector, sino también nuestras organizaciones a lo interno, reconociendo y transformando las dinámicas de poder patriarcales y coloniales existentes. La aplicación de los principios feministas en la acción humanitaria por lo tanto se cruza con otras agendas como la “localización” y la “descolonización”.

Una de las principales estrategias para poner en marcha este enfoque feminista es transformar los roles en la acción humanitaria para que las poblaciones afectadas sean las verdaderas protagonistas y lideren los procesos de la agenda humanitaria (liderazgo humanitario local), garantizando la participación activa de las mujeres y minorías en los procesos de toma de decisiones. Cada vez hay más ejemplos de programas humanitarios que son co-liderados o liderados desde las comunidades locales, donde las mujeres desempeñan un rol fundamental; sin embargo, estamos todavía muy lejos de la agenda feminista, necesitamos acometer profundos procesos de transformación para deconstruir todas las estructuras de poder en las que estamos ancladas.

P. ¿Cuáles son los principales desafíos y dificultades para implementar una respuesta humanitaria con enfoque feminista?

R.  La desigualdad de género y las normas patriarcales están arraigadas en todas las culturas, sociedades y organizaciones. Este es el principal desafío. Hemos visto como la agenda y el enfoque feminista, suponen una transformación radical tanto a nivel externo en los contextos en los que trabajamos como a nivel interno, en nuestras organizaciones.

El sector humanitario en general todavía sigue anclado en un enfoque euro centrista con una mirada colonial y paternalista. De-construir todos estos cimientos es una labor costosa, incómoda, pero imprescindible para poder avanzar en la agenda feminista.

P. En una emergencia humanitaria donde todo es prioritario y urgente, ¿cuáles son las demandas y necesidades de las mujeres y niñas que viven en estos contextos?

 R. En un contexto humanitario, es primordial llevar a cabo un análisis de necesidades con enfoque de género que permita identificar las necesidades específicas de todas las mujeres (jóvenes, discapacitadas, ancianas, grupos minoritarios, etc), para estos análisis es importante poder escuchar directamente a las mujeres, en espacios donde se sientan seguras.

Las necesidades y demandas, dependerán de los contextos, aunque a menudo la distribución de kits de higiene, menstruales o kits de dignidad son identificadas como una prioridad. Estos kits se adaptan en función de los contextos y suelen incluir elementos básicos de higiene, limpieza, aseo. Cuando los mercados locales funcionan, cada vez se apuesta más por la entrega de dinero en efectivo, para que sean las propias mujeres quienes decidan y adquieran sus productos básicos, siendo esta una modalidad más respetuosa y digna con la población afectada.

Tanto en este tipo de acciones de entrega de kits o dinero en efectivo, como en el resto de los sectores programáticos, se tiene que garantizar la transversalización de género en las diferentes acciones. Esto pasa, por ejemplo, por aspectos como mejorar el acceso de las mujeres a la ayuda humanitaria (acomodar los horarios y lugares de distribución de alimentos para que sean accesibles para las mujeres, garantizar que la zona de los baños este correctamente iluminada, que las letrinas cuenten con candados, que exista un control de acceso y vigilancia en los campamentos o las zonas de refugiados, proporcionar espacios seguros libres de violencia, garantizar atención y protección inmediata a los casos de violencia de género, entre muchos otros).

P. ¿Qué iniciativas llevan a cabo las mujeres que viven en contextos de crisis humanitaria para hacer valer sus derechos?

R. Depende mucho de los contextos en los que tenga lugar la crisis. En algunos lugares las mujeres ya cuentan con estructuras organizativas consolidadas y con experiencia. En otros no existen, pero se crean y consolidan (como por ejemplo comités y grupos de protección).

En aras de poder impulsar la agenda feminista en el sector humanitario, y poder garantizar respuestas humanitarias efectivas y oportunas es imprescindible la coordinación, gestión y trabajo conjunto con las organizaciones nacionales y/o locales feministas o que trabajan en defensa de los Derechos de las Mujeres. Nadie mejor que ellas para conocer el contexto, la realidad de la situación y sus necesidades.

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