“Desde la producción hasta el consumo, el comercio internacional provoca un impacto significativo en la crisis climática”, ha declarado Leida Rijnhout, directora ejecutiva de la Organización Mundial del Comercio Justo. «El modelo de comercio mundial necesita una transición urgente hacia prácticas sostenibles, incluyendo la dimensión social que es la otra cara de la moneda de esta crisis” ha añadido.
Por su parte, Juan Pablo Solís, responsable de cambio climático de Fairtrade Internacional y uno de los representantes que acudirá a la COP27 ha explicado: “No podemos esperar que las pequeñas organizaciones agrícolas, que ya de por sí viven una situación de pobreza y vulnerabilidad y a quienes se les pagan precios muy bajos por su producción, asuman todo el coste de la transición ecológica”.
Además ha recordado que “los países ricos deben cumplir el compromiso de los Acuerdos de París y alcanzar los 100.000 millones de dólares de financiación para ayudar a las comunidades más vulnerables a combatir una crisis que no han provocado.”
Estas demandas corroboran las conclusiones del estudio “Emergencia climática, producción de alimentos y Comercio Justo” que se ha presentado ayer. “Según cálculos del FIDA (Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola), los países en desarrollo necesitarían entre 180.000 y 300.000 millones de dólares anuales para acciones de adaptación al cambio climático”, ha explicado Alberto Abad, presidente de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.
El informe también concluye que el cambio climático supone una seria amenaza para la producción de alimentos. Los fenómenos extremos como tormentas, huracanes o sequías arrasan los cultivos, destruyen infraestructuras agrícolas y provocan la desertificación y la disminución de tierras cultivables. El FIDA también alerta de que, si no se realizan las medidas políticas y climáticas adecuadas, la producción de maíz, trigo, mijo, guisantes y otros productos en 8 países del África meridional podría descender hasta un 80%. En el caso del café, la superficie apta para su cultivo se podría reducir en un 50% de aquí a 2050. Y, en términos generales, el rendimiento de la agricultura mundial podría disminuir en un 30% de aquí a 2050, según una investigación reciente de Oxfam.
Por otro lado, el informe destaca el importante papel de las pequeñas organizaciones agrícolas, que constituyen el 95% de las explotaciones de todo el mundo. Estas son quienes producen un tercio de los alimentos que se consumen a nivel mundial, y en los países en vías de desarrollo suponen entre el 60 y el 80% de los alimentos consumidos ahí. Su papel es esencial para garantizar la seguridad alimentaria y frenar el cambio climático. Sin embargo, en su mayoría viven en la pobreza. El 80% de las personas en situación de extrema pobreza viven en zonas rurales y por tanto tienen especial dificultades para hacer frente a los efectos del cambio climático y combatirlo. El futuro no pinta muy halagüeño ya que la falta de oportunidades, unido a la dificultad de contar con ingresos estables y dignos, hace que gran parte de la población rural abandone el campo. El Banco Mundial estima que de aquí a 2050, 143 millones de personas de América Latina, África subsahariana y Asia meridional podrían emigrar a las ciudades por motivos climáticos.
En el informe se pone de manifiesto el impacto del comercio y la producción convencional en el cambio climático. Diversos organismos de ONU señalan que los niveles insostenibles de producción y consumo son los responsables de las emisiones de una cantidad alarmante de dióxido de carbono y otros gases perjudiciales a la atmósfera. La agricultura comercial es la causante del 80% de la deforestación en todo el mundo. Cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques. Por otro lado, el proceso de degradación del suelo, que ya afecta a más de un tercio de la superficie global, se ha disparado a causa principalmente de la eliminación de praderas y sabana para fines agrícolas.
Por último, la publicación explica cómo el Comercio Justo y sus prácticas demuestran que es posible un modelo comercial respetuoso con el medioambiente y con una vida digna para sus trabajadores y trabajadoras. El pago de precios dignos y estables, la remuneración salarial adecuada, y la formación y asesoría facilitan a las organizaciones agrícolas realizar una transición ecológica, manteniendo la productividad e ingresos. En el informe se describen algunas iniciativas realizadas por organizaciones de Comercio Justo de América Latina, África occidental y Asia para combatir el cambio climático y a la vez mantener su nivel de producción e ingresos.
El informe “Emergencia climática, producción de alimentos y Comercio Justo” está disponible en la web comerciojusto.org. Ha contado con financiación del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030.