Filósofa, escritora y artista plástica, Márcia Tiburi nos pide unos días más antes de contestar a nuestras preguntas. Prepara su primera exposición individual en París: “Terradorada” (Tierra adorada), un recorrido por la colonización, la dictadura y la actual crisis democrática en Brasil; también una mirada personal a su vida como exiliada. Esperamos, pues. Cuando llegan sus palabras Meloni acaba de llegar al poder en Italia y Brasil está a las puertas de las elecciones que enfrentarán a Bolsonaro y a Lula.

Tiburi ahonda en las estrategias ultraconservadoras que empapan buena parte del planeta; pero también en las iniciativas ciudadanas para frenarlas. En 2015, publicó “Cómo conversar con un fascista”; un libro cuyo título supuso un golpe de provocación y que en realidad defendía la urgente necesidad de cultivar una cultura del diálogo para proteger la democracia. A pesar de la incertidumbre, de los enormes problemas sociales, económicos y políticos de Brasil, confía en el futuro inmediato de un país en el que la “población indeseable” ha dado un paso al frente.

Usted llegó a afirmar que existía la posibilidad de que no se celebraran las elecciones. ¿Tan mal está Brasil?

El único motivo que explica que hoy haya elecciones en Brasil es que las oligarquías brasileñas están dejando de apoyar a Bolsonaro. Debemos entender que los grupos mediáticos, las instituciones, en general, son golpistas; pero incluso esas instituciones y empresas salieron perdiendo con Bolsonaro. La confianza que la élite tenía en Paulo Guedes, su ministro de Economía, acabó porque él favoreció solo a los sectores improductivos del capital. El país está abandonado a la miseria, a la violencia, con una imagen pésima en el mundo.

En sus análisis sobre el avance del autoritarismo y la debilidad de la democracia, Márcia Tiburi hace una diferenciación entre las multitudes y las masas, y cómo el lenguaje es utilizado como una pieza más del consumismo que todo lo invade. “La multitud es el pueblo organizado, la masa es la acumulación de cuerpos que pierden la conciencia de su acción y se dejan llevar por agitadores y líderes autoritarios. La masa no piensa y no tiene deseos; sin embargo, es estimulada para actuar en la dirección que el líder autoritario desea, se siente halagada y apoya de forma irracional. La masa es el pueblo que perdió la conciencia y, por eso, ya no es pueblo. El fascismo es manipulación de masas por parte de personas e instituciones con el objetivo de producir efectos concretos de poder. Lo que ocurre en Italia ahora es precisamente eso. Primero se produce el caos por medio de la manipulación psicológica y cognitiva, después eso llega a los votos. Muchas personas no saben qué están haciendo; repiten clichés que fueron creados por publicistas. Así, la política pasa a ser un gran juego publicitario y de consumo de pensamiento y discursos preparados. Evidentemente, las redes sociales elevan eso a una potencia jamás vista, principalmente a favor de la difusión de esas ideas.

«Necesitaremos políticas de educación y cultura serias y cuidadosas»

 

A lo largo de su trayectoria ha defendido el diálogo con los poderes más ultraconservadores. ¿Aún es posible el diálogo en un país como Brasil con enormes desigualdades, racista y LGTBfóbico, en el que cada mes se producen masacres por parte de los cuerpos policiales, en el que asesinan a quienes defienden la tierra y en el que el presidente ha sido denunciado por genocidio ante el Tribunal Penal Internacional por su responsabilidad en la muerte de más de 1.000 personas de 163 comunidades originarias por su gestión de la pandemia?

Lo que propongo es una cultura de diálogo para evitar que el fascismo se instale. Sobre todo, porque lo que busca el fascismo es el poder político como medio para dominar todos los sectores de la sociedad; su objetivo final es acabar con la propia sociedad. Pero, si no queremos que llegue a gobierno, quienes defendemos la vida tenemos que vencerlo. Una vez que un gobierno fascista se instala en el poder, las políticas de destrucción y muerte se generalizan. Bolsonaro fue condenado el en el Tribunal de los Pueblos y ha sido denunciado hace tiempo en tribunales internacionales. A pesar de ello, mucha gente en Brasil sigue apoyándolo, incluso la prensa. Y es así porque las muertes de la pandemia, cientos de miles de personas muertas, son muertes que se han naturalizado. Mucha gente ya ha aceptado estas muertes. Sin embargo, si todas las personas que perdieron parientes o amigos durante el Gobierno de Bolsonaro, no votan por él, podremos vender el fascismo este domingo. Faltará, entonces, vencerlo en las instituciones y en la vida cotidiana durante el próximo gobierno; y para eso, necesitaremos políticas de educación y cultura serias y cuidadosas.

El reciente asesinato del ambientalista Bruno Araújo y el periodista Dom Phillips ha vuelto a llevar a los titulares el atentado contra la vida que se está produciendo en la Amazonía. ¿Qué actores (nacionales e internacionales) participan de esa violencia?

En Brasil el ex ministro de medio ambiente fue acusado de participar en el tráfico internacional de madera. También fue acusado el presidente del Ibama (Instituto brasileño de medio ambiente y los recursos naturales renovables), entidad pública que debería proteger el medioambiente. La denuncia llegó de Estados Unidos porque la madera ilegal estaba llegando allá sin documentos válidos. Y es que desde que Bolsonaro llegó al poder, la policía federal brasileña está dirigida y equipada por él mismo sin que haya ningún tipo de inspección. De hecho, la Amazonía sigue siendo esquilmada y destruida diariamente por criminales ambientales que tienen protección del Gobierno. Y no son solo árboles talados, los ríos tiene altos índices de sustancia nocivas que matan a los peces y a las personas. Bolsonaro autorizó más de 500 agrotóxicos que están prohibidos en el mundo. La floresta (el bosque tropical) también es deforestada para implantar granjas de ganado cuya carne se exporta.

“Marielle Franco generó un fenómeno político inmenso. Muchas mujeres negras se presentaron como candidatas y comenzaron a hacer política».

 

Ante un contexto de tales características, ¿cómo se organiza la sociedad civil?, ¿cuáles son sus estrategias para defender los derechos de la ciudadanía?

Hay diversos grupos de acción: desde partidos de izquierda hasta movimientos sociales como el Movimiento de los Sin Tierra o el Movimiento de los Trabajadores sin Techo. Hay miles de entidades feministas y sindicatos en acción, grupos de estudiantes… y también organizaciones en las favelas y las periferias. Todo ello intenta hacer frente a los partidos de extrema derecha y a los partidos de centro derecha que son muy corruptos. Hay mucha lucha colectiva, pero las fuerzas en el poder no son pequeñas… Las iglesias evangélicas, que tienen un proyecto gigantesco de poder, avanzan; así como las células nazis y fascistas. Para ganar las elecciones, el Partido de los Trabajadores tuvo que unirse a partidos de la derecha democrática. Esta es una estrategia para calmar a los medios y a las oligarquías que no soportan a la izquierda. Además, los pueblos indígenas están cada vez más articulados y ahora son candidatos a las elecciones; la candidatura de estos líderes y lideresas que jamás se involucraron en la política es una novedad que nos da esperanza de conseguir un congreso nacional que ayude a Lula a gobernar.

Márcia Tiburi suele arrojar luz sobre la que ella denomina “población indeseable”, esos colectivos que son despreciados por las élites económicas y políticas: las mujeres, las personas trans, la población indígena, la afrodescendiente. Marielle Franco, la activista afrobrasileña asesinada en 2018, era una de ellas: una mujer lesbiana y favelada que defendía los derechos humanos. Su asesinato no fue en balde, como recuerda su amiga Márcia Tiburi: “Marielle Franco generó un fenómeno político inmenso. Muchas mujeres negras se presentaron como candidatas y comenzaron a hacer política. Hay muchas candidatas feministas y LGTBIQ+. En las elecciones municipales de 2020 ya hubo un pequeño aumento de esa representación. Creo que ahora, que la izquierda comprende mejor el fascismo, será aún mayor el número de personas que votarán a mujeres, especialmente mujeres negras, LGTBIQ+ e indígenas que se convirtieron en figuras políticas fundamentales”.

Los últimos años, el acoso y las amenazas continuadas han obligado a muchas personas a abandonar el país. Entre ellas, Márcia Tiburi y Jean Wyllys, candidato del partido de izquierdas PSol. El papel de ese Brasil exiliado es fundamental para la filósofa. “Jean Wyllys, que vive actualmente en Barcelona, y yo escribimos un libro sobre nuestro exilio que acaba de ser publicado en Brasil. Se titula “Lo que no se puede decir. Experiencias del exilio”. En un país en el que el presidente fascista concibe libros, tenemos que seguir escribiendo. Yo he trabajado mucho con artes visuales e inauguré una exposición cuyo contenido é se centra en Brasil y en América Latina con el objetivo de hacer política a través del arte. No sé si podré volver a mi país, pero seguiré denunciando lo que pasa allá. Lamentablemente, el fascismo cada vez está más naturalizado, también aquí en Europa e incluso en España. Espero que podamos evitar que la internacional de la extrema derecha avance”.

Colombia acaba de inaugurar el primer gobierno de izquierdas de su historia en el que personas muy diversas ocupan puestos muy relevantes de poder. ¿Puede Colombia abrir un camino a Brasil? ¿Hay esperanza de construir un país en el que primen los derechos humanos y el respeto a la vida?

No creo que la población brasileña esté muy influenciada por la gente colombiana o por la gente latinoamericana en general. Tal vez más por Argentina y por Estados Unidos. Esto tiene que ver con la escasez de información que los medios ofrecen sobre América Latina. Ciertamente, la derrota de Trump sacudió a Bolsonaro, pero la memoria del pueblo no dura mucho. Lo que está realmente golpeando a población brasileña es el hambre y el comportamiento degradante de Bolsonaro. Mientras el pueblo pasa hambre, él hace paseos en moto (como hacía Mussolini) y utiliza motos de agua a las playas. Es famoso por ser el presidente que menos trabajó en la historia. La cuestión de las personas muertas durante la COVID también pesa mucho… Sin duda, Lula y su gobierno imprimirán otra forma de conducir el país en relación a los derechos humanos y a la vida. ¡Hay esperanza! Muchas personas creen que incluso en el primer turno, el próximo domingo, se conseguirá.

El pasado mes de junio Márcia Tiburi participó en un diálogo que organizamos junto a la periodista colombina Andrea Aldana, también exiliada -en este caso, en España-. Desde la esperanza de un horizonte de cambio, explicaron cómo funcionan los poderes que atentan contra la vida digna y cómo cientos de miles de personas defienden el espacio cívico en el que expresarse libremente, reunirse, hacer oír su voz y construir una sociedad plenamente democrática.

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