10 de marzo de 2022.- La ONG Educo, miembro de la Alianza ChildFund, se muestra conmocionada por el bombardeo que ha destruido un hospital infantil en la ciudad de Mariúpol, donde la organización está llevando a cabo proyectos de ayuda humanitaria. “Un hospital jamás tendría que ser el blanco de un ataque, y en el caso de uno en el que se atienden niños y niñas debería ser inimaginable. Estamos conmocionados con lo ocurrido. Esto es una clara vulneración de los derechos de la infancia. La protección de la infancia debería ser la prioridad. Por eso pedimos se tomen medidas concretas para evitar ponerles en riesgo, como no atacar escuelas o centros médicos, implementar corredores seguros hacia las fronteras o asegurar el acceso a materiales de primera necesidad, como comida, agua y medicamentos”, afirma la directora de Incidencia e Investigación de Educo, Macarena Céspedes.  

La situación en Ucrania está empeorando por momentos. Desde Educo avisan que, en el caso de la infancia, se ha agravado especialmente. “Nuestros equipos de terreno nos cuentan que en algunas zonas los niños y niñas se están quedando sin comida. Cada vez hay más dificultades para evacuarlos o para recibir productos de primera necesidad. También faltan medicamentos básicos, como la insulina”, explica la directora de Incidencia de la organización.  

Además, la entidad está preocupada por los niños y niñas que no están acompañados por una persona adulta de confianza en Ucrania o que están cruzando solos las fronteras. “Si no les acompaña una persona adulta de confianza, corren el riesgo de ser víctimas de cualquier tipo de maltrato o abuso, como la trata. Por desgracia, hay personas que aprovechan este tipo de situaciones y hay que poner todas las medidas para evitar que ningún niño o niña sufra violencia”, advierte Macarena Céspedes. “La acogida fuera de Ucrania tiene que hacerse siguiendo los mecanismos establecidos de la UE. En nuestra experiencia en situaciones de conflicto o catástrofes humanitarias, en las que miles de niños y niñas se quedan solos, hemos visto la importancia que tiene seguir los canales oficiales y el apoyo de las organizaciones expertas. Además de evitar que la infancia refugiada sufra cualquier tipo de violencia, se asegura que en el país de acogida tengan su documentación y todos los derechos básicos cubiertos, como el acceso a la educación o a la salud”. 

Educo, a través de la Alianza ChildFund, está trabajando en ciudades como Mariúpol, Donetsk o Lugansk, de las más afectadas por el conflicto. La ONG poya a más de 2.000 niños y niñas dentro de Ucrania, la mitad de ellos en la región de Kíev. Se está trabajando en su evacuación con la colaboración de las autoridades, para que puedan ir a lugares más seguros y más alejados de la violencia que se vive en el país. También se están repartiendo alimentos y agua, así como productos básicos de higiene y medicamentos, sobre todo en las zonas donde hay más enfrentamientos. Además, se brinda educación y apoyo psicológico a los niños y niñas para darles herramientas que les permitan sobrellevar, en la medida de lo posible, el día a día. “Ver los horrores que se ven en una guerra y tener que dejar atrás todo lo que tenían es una experiencia mucho más traumática para la infancia que para las personas adultas. Las organizaciones nos estamos volcando para darles todo el apoyo que necesiten. Pero lo más importante es que las partes implicadas en este conflicto lleguen a un acuerdo para acabar con este enfrentamiento”, añade la directora de Incidencia e Investigación de la entidad.  

 

“Como cualquier otra madre, solo quiero proteger a mi bebé” 

Avdey solo tiene un año y medio y ya sabe lo que es una guerra. Su madre, Vitalya, de 36 años, está haciendo lo posible para cuidar de su hija a pesar de los peligros que las rodean. “Hemos tenido que dejar nuestro apartamento y ahora estamos cerca de Kíev”, explica Vitalya. ”Solo nos hemos podido llevar lo más básico. No tuvimos tiempo de llevarnos las pertenencias que significaban tanto para nosotros. Es muy triste”. 

Lo mismo les ha ocurrido a la pequeña Eva, de un año y medio, y a su madre, Julia. Ambas viven en Zaporiyia. “Muchas veces vamos a dormir al refugio antiaéreo”, dice Julia. “Como cualquier otra madre, solo quiero proteger a mi bebé”. 

El pequeño Timur, de 9 años, también ha visto con sus propios ojos las nefastas consecuencias de la guerra. En el refugio, intenta que su vida sea lo más normal posible. “Siempre llevo un libro conmigo. Cuando leo, no tengo tanto miedo” 

A Masha, de 11 años, le da seguridad estar con su gata, Safira. A pesar de que Masha está con fiebre y no se encuentra bien, está haciendo todo lo posible por cuidar de su mascota. “No me iré a ningún sitio sin Safira”, dice Masha. “¿Nos podemos llevar su juguete preferido para que no tenga miedo?”. 

 

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