El sistema de cooperación español vive su reforma; la primera en 20 años. Uno de los elementos centrales de estos cambios es la llamada cooperación financiera, es decir, préstamos, inversiones o créditos, entre otros instrumentos. Este momento es crucial para definir el tipo de propuesta que se construirá. Ofrecemos algunas claves para entender por qué es importante este tipo de cooperación y por qué lo es aún más en este momento.

1. Primeros pasos, un buen comienzo. El anteproyecto de Ley de Cooperación ha creado el Fondo Español para el Desarrollo Sostenible (FEDES), heredero del FONPRODE. Un fondo que, según el anteproyecto, deberá responder a los objetivos de la cooperación.  De aquí en adelante hay que asegurar que también responde a ello en la práctica. La AECID debe reformarse y reforzarse para gestionar este fondo eficazmente. El anteproyecto también contempla que se constituya un grupo de trabajo interministerial para estudiar propuestas para la posible creación de un banco de desarrollo sostenible.

2. Centrada en los derechos de las personas y el planeta. Es crucial que esta cooperación se oriente hacia los objetivos de desarrollo y bienestar dentro de los límites del planeta y promueva una agenda amplia de financiación. Es necesario que impulse el protagonismo de las mujeres como promotoras de una economía más inclusiva y sostenible desde la base de la pirámide y las soluciones necesarias, desde lo local, a la emergencia ambiental.

3. Calidad más que cantidad. Debe garantizarse una cooperación financiera eficaz e innovadora, que guarde un equilibrio con el resto de instrumentos de la cooperación, más que desembolsos masivos a corto plazo que pueden ser contraproducentes para los objetivos que se persiguen.

4. Claridad y transparencia. Es urgente reforzar la transparencia y la rendición de cuentas con promoción de consultas con los actores locales y comunidades, informes actualizados, comparecencias y un rol fortalecido de actores de la sociedad civil. Se necesita una estrategia específica y un comité asesor que oriente este tipo de cooperación.

5. El protagonismo público. Tanto en la gestión de la cooperación financiera como en el destino de las operaciones para políticas e infraestructuras públicas, las instituciones públicas deben tener el protagonismo; el rol del sector privado debe ser el de complementar esos esfuerzos. Todo esto exige no solo voluntad política, sino también recursos humanos y financieros. No podemos volver a lo que fueron los créditos FAD en los que primaban los intereses de las empresas españolas sobre los objetivos de desarrollo y bienestar dentro de los límites del planeta.

6. Cautela ante el endeudamiento. La gestión de este tipo de cooperación debe realizarse de acuerdo a las normas básicas que aseguran que no se aumenta el endeudamiento de los países que reciben el apoyo financiero. Es imprescindible el cumplimiento de la ley de deuda de 2006.

7. La diversidad del sector privado. Actores del sector privado como pymes, economía social y solidaria, banca ética o comercio justo, y en especial los de los países socios deben tener su espacio en la supervisión e implementación de operaciones, no solo las grandes empresas españolas.

Un sector privado alternativo más allá de las grandes empresas.

Existe una serie de actores promueven una economía real más inclusiva y sostenible y promueven la innovación y el cambio desde lo local. En el mundo hay tres millones de cooperativas donde trabajan 279,4 millones de personas (9,7% de la mano de la empleabilidad global), 1,9 millones de agricultores y ganaderos produciendo para 1.800 empresas certificadas como comercio justo en 73 países y 388.315 personas trabajan en 4.613 empresas con certificación B.

 

Informe de CONCORD “Reformulando el modelo empresarial”.

8. Respeto a los derechos humanos y protección del planeta. Las actuaciones en cooperación financiera, como el resto de las realizadas por la cooperación, deben garantizar los derechos humanos, las obligaciones fiscales, las condiciones laborales dignas, evitar los daños ambientales y no promover el trabajo o la explotación infantil.

El momento que vivimos es determinante para no volver a esquemas del pasado en los que los objetivos de la cooperación quedaban relegados. Apostemos por orientaciones estratégicas y alianzas adecuadas que nos permitan construir una herramienta fuerte y coherente con el desarrollo sostenible que necesitamos. Esperamos que la reforma que vive la cooperación esté a la altura.

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