Desde ONGAWA y Carro de Combate presentamos la campaña #ElAguaQueNoVemos con el fin de alertar sobre los impactos de la huella hídrica que llevan asociados algunos productos alimentarios que consumimos habitualmente como el café, el arroz o la carne de vacuno y que implican a países empobrecidos.
El actual sistema de producción y comercialización de productos alimentarios está poniendo en peligro la disponibilidad de agua y alimentos para poblaciones vulnerables de países en desarrollo, y numerosos países empobrecidos están vendiendo sus recursos –como el agua– a países ricos sin que aquellos sean valorados razonablemente.
Dicho de otra manera: los países ricos estamos consumiendo productos cultivados en países empobrecidos a cambio de un precio poco justo que impide el desarrollo económico de pequeños agricultores y agricultoras, y sin tener en cuenta los impactos socioambientales que se generan y afectan a las personas más vulnerables.
El agua es un derecho humano, imprescindible para la producción de alimentos y la supervivencia de los seres humanos y el planeta en su conjunto. Son varias las causas que pueden provocar una disminución del agua disponible en el mundo, y entre ellas se encuentra una de la que no se habla muy a menudo, porque se refiere a un ‘agua invisible’, que no vemos y que no siempre es fácil de medir: el agua virtual. Se trata de todos aquellos recursos hídricos destinados a la producción, transporte y comercialización de alimentos que, en muchos casos, se dedican a la exportación muy lejos de los lugares donde se han producido.
Debemos evitar que el comercio de agua virtual se convierta en una nueva forma de colonialismo que profundiza las desigualdades, y no en una relación justa entre iguales.
Desde ONGAWA y Carro de Combate proponemos cuestionarnos si es sostenible el consumo masivo de productos “exóticos” como la piña y el consumo de alimentos fuera de temporada. Así, animamos a ser consumidoras y consumidores informados y críticos que a la hora de comprar tengamos en cuenta los impactos hídricos de nuestras adquisiciones.
Creemos que es necesario apostar por circuitos cortos de producción y consumo que tengan menor huella hídrica, y adicionalmente, para no dejar a nadie atrás, debemos combinar esas medidas con un apoyo a corto, medio y largo plazo a pequeños agricultores y agricultoras de los países en desarrollo.
Para tener más información consulta el informe «El agua que no vemos. La huella hídrica de la importación de alimentos desde el Sur global»