Las mujeres palestinas están expuestas a todo tipo de violencias: aquellas que sufren dentro de sus propias casas y las que ejerce el Estado de Israel sobre ellas. Hacer frente a esta situación no es tarea fácil, hablar sobre ello tampoco. Y, sin embargo, hay organizaciones que apuestan por ello. “Utilizamos distintas herramientas para trabajar con mujeres jóvenes; usamos, por ejemplo, el teatro. Y lo hacemos así porque viven en una sociedad opresora en la que se puede hablar libremente de la comida o de los precios en el mercado, pero no del derecho a la educación. La música o el teatro hacen que las mujeres se sientan más cómodas y capaces de compartir problemas que de otra forma no compartirían”. Quien así habla es Sandrine Amer, directora ejecutiva de la organización Youth Women’s Christian Association, socia de Alianza para la Solidaridad. Trabaja mano a mano con la juventud palestina con el fin de sacar a la luz estos temas y construir alternativas en un contexto marcado por múltiples violencias.

Actualmente la Youth Women’s Christian Association forma a mujeres jóvenes contra las violencias de género. ¿En qué consiste esta campaña?
Las mujeres necesitan conocer sus derechos y responsabilidades; solo así pueden exigir que se cumplan, especialmente en una sociedad patriarcal como la nuestra. Ofrecemos a las mujeres herramientas y un espacio para expresar libremente sus opiniones y sentimientos. Eso es muy importante para que ganen confianza. Trabajamos frente a la violencia que sufren dentro de sus casas, contamos para ello con una trabajadora social. Por otra parte, no nos olvidamos de la parte económica y social, puesto que en Palestina sufrimos serios problemas de falta de empleo y pobreza. Uno de las limitaciones a la entrada de mujeres en el mercado de trabajo de Jerusalén Este es que no conocen el idioma hebreo, por eso tenemos clases para enseñarlo. Ofrecemos prácticas de trabajo a través de una amplia red de empresas privadas y públicas. Y, por supuesto, les ofrecemos herramientas para exigir sus derechos; les enseñamos a hacer campañas, focalizar en los públicos, en los objetivos, etc.

Incluimos a hombres en el trabajo porque es importante que cambien su comportamiento

¿Son las jóvenes quienes hacen esas campañas?
Sí, nosotras solo les apoyamos. Ellas son las agentes de cambio, nosotras no actuamos en su nombre. Por ejemplo, en 2016, realizamos una campaña con Alianza por la Solidaridad sobre el matrimonio temprano (en 2018, el 40% de los matrimonios lo fueron) en un lugar muy sensible: un campo de personas refugiadas. Un lugar en el que hay altos niveles de pobreza, situaciones económicas fuera de la ley, violencia… Fue un trabajo muy interesante porque las chicas hablaron con la comunidad sobre el matrimonio tempranos, sobre sus cuerpos, las situaciones en los hogares. Fue una experiencia interesante, aunque aún hay quien piensa que la responsabilidad de una agresión sexual recae sobre las mujeres y que, por tanto, es mejor que se casen cuanto antes para así estén en la casa de su marido. Otra campaña destacables es la que realizamos en Jaffa sobre agresiones sexuales de género. En este caso, las jóvenes implicadas eran universitarias, mujeres fuertes que rápidamente identificaron que uno de los lugares en los que se producían altos niveles de agresiones eran los autobuses públicos. Así que hablaron con los propietarios para exigir protocolos de acción en caso de violencia y acoso: recogieron firmas para dar legitimidad a la petición y colocaron en la agenda una nueva exigencia. Y, obviamente, acordaron que en ningún caso la policía israelí sería la primera a ser llamada. Se habló muchísimo de esta propuesta y eso fue algo extraordinario porque normalmente no hablamos públicamente sobre estos temas.

¿Consiguen sensibilizar a los hombres jóvenes sobre estos temas?
Estamos intentando incluir a hombres en el trabajo porque es importante que cambien su comportamiento. Incluirlos no es fácil porque pueden tomarlo como una broma y no aceptarlo. Ahora estamos trabajando con Alianza para la Solidaridad en una zona de Jerusalén Este en la que hay enfrentamientos constantes por la ocupación. Para llamar la atención de los chicos, hacemos cursos de dinamización para el empleo y después trabajamos la masculinidad. Enfocamos en temas como el mercado de trabajo, el abandono escolar… Lo hacemos así porque si vamos directamente a la violencia de género no conseguimos que se impliquen. También les obligamos a hacer una formación sobre masculinidades antes de formar parte de los cursos de teatro. Y, por supuesto, hacemos todo esto contando con personas que tienen reconocimiento y poder en la comunidad; entramos en contacto con organizaciones sociales, institutos, asociaciones de mujeres… también utilizamos las redes sociales para llegar a los y las jóvenes.

A pesar de las restricciones de movimientos, contamos con un 70% de mujeres palestinas en las universidades. De ellas, solo trabaja un 16%.

Sandrine Amer es muy clara: “para conseguir la equidad de género es necesario acabar con la ocupación porque donde no hay justicia, no hay libertad y no puedes hablar de otros derechos”. La ocupación de Palestina impide el derecho al movimiento, el acceso a los servicios o a los lugares de trabajo. Las mujeres asumen el trabajo del hogar y se mantienen en sus propios barrios, esto hace que su perspectiva se ciña a su realidad más inmediata. “Esto es un problema –afirma Sandrine Amer porque para exigir el cumplimiento de tus derechos, deben entender que no es algo que te afecte solo a ti y a tu entorno más inmediato, sino que es algo general”.

Violaciones de derechos humanos. Persecuciones, interrogatorios, detenciones, restricción al acceso al agua, invasión de las casas y ocupación de propiedades. ¿Cómo se organiza el movimiento feminista en Jerusalén para poner en valor los derechos de las mujeres?
Nuestra comunidad está formada por un 49% de mujeres. El 93% acude a escuelas secundarias e institutos. A pesar de las restricciones de movimientos, contamos con un 70% de mujeres palestinas en las universidades. De ellas, solo trabaja un 16%. Esto puede deberse a que solo estudian para su propio conocimiento o porque no hay trabajo para todas porque se necesitan especializaciones diferentes a las que siempre estudian las mujeres. Precisamente por esta razón es por la que ofrecemos la formación profesional de la que hablaba antes: ofrecemos especialización profesional en áreas técnicas que se ajustan a las demandas del mercado. Vamos construyendo sus capacidades poco a poco, enriqueciendo su conocimiento. Vemos una gran diferencia desde el inicio al final del proceso.

Nuestra vida es un reto diario: existencia y resiliencia.

¿Las demandas de las mujeres actuales han cambiado con respecto a las demandas de las mujeres de generaciones pasadas?
Es una moneda de dos caras. No tengo una sola respuesta para esto porque, por un lado, el acceso a redes sociales a las mujeres, la lectura y el acceso a otro tipo de enfoques les ha permitido pensar fuera de los marcos tradicionales. También hay una influencia del estilo de vida israelí en ciertos comportamientos, formas de vestir, incluso en la exigencia de derechos o la interacción con otras personas. Pero, por otro lado, aún hay comunidades muy religiosas que influyen en los comportamientos. Y, como he comentado antes, hay mujeres que no salen de sus barrios y no necesitan cambiar su forma de vida. Existe una mezcla de todo: hay mujeres muy empoderadas y otras que están muy, muy marginadas. Tenemos todos los colores, aunque no es un arcoíris. Todos los días enfrentamos desafíos políticos, económicos, sociales… Nuestra vida es un reto diario: existencia y resiliencia.

Los cursos que realiza su organización ofrecen a las mujeres autonomía económica. A veces, una formación sobre cómo registrar un negocio o cómo desarrollar un plan de negocio, cambia la vida de mujeres que nunca han estudiado o trabajado fuera de casa. “Son intervenciones que cambian la vida de las mujeres” –afirma Sandrine Amer.

Israel ha calificado como «terroristas» a seis ONG que operan en los territorios ocupados ¿Cuál ha sido la reacción del resto de organizaciones? ¿Esto abre la puerta a una mayor persecución a quienes trabajan en ONG?

No es aceptable este tipo de calificación. La libertad de defender los derechos humanos debe ser protegida, aquí y en cualquier lugar del mundo. Las ONG que trabajan en Palestina, además, están trabajando por la defensa de los derechos humanos e informan sobre las consecuencias de la ocupación –una situación que es bien conocida por la comunidad internacional. Es lógico que haya personas que defiendan los derechos de la población y denuncien estas prácticas injustas. Por otra parte, existe también opresión sobre ciertas organizaciones o activistas por parte del Gobierno de Palestina. Como feministas, activista y ONG, buscamos un Estado palestino secular democrático que promueva la igualdad y la equidad de género para que podamos vivir en libertad y con dignidad”.

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