Las elecciones celebradas recientemente en Nicaragua han sido calificadas como fraude desde distintos organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil. Tras ellas, se abre un nuevo ciclo en el que todo apunta hacia un empeoramiento de la ya preocupante crisis socio-política y de derechos humanos. Geni Gómez, del colectivo Feministas Madrid por Nicaragua, lo califica como “el peor escenario posible”.

Finales de los 80, la solidaridad con Nicaragua recorría muchos rincones de España; algunas personas agarraban sus maletas y viajaban a apoyar a un pueblo que exigía derechos y dignidad. Geni Gómez fue una de ellas. Puso el pie en Nicaragua hace más de 30 años; ya nunca regresó de aquel viaje. Nacionalizada nicaragüense desde 1996, salió de allá hace tres años. Desde entonces, trabaja activamente por la democracia en su país de la mano de la Red de Feministas por Nicaragua.

¿En qué situación se encuentra actualmente Nicaragua?

Estas elecciones fueron, en realidad, simples votaciones amañadas y con los resultados previstos. Se perdió la oportunidad de encontrar una salida a la crisis socio-política y de derechos humanos que vive el país. En este momento, el régimen Ortega-Murillo está más aislado que nunca a nivel internacional. Internamente, se constata el repudio mayoritario de la ciudadanía que resiste y ha expresado su posición a través de una amplísima abstención. De ahí la reacción del régimen con declaraciones de odio tras el 7 de noviembre; si los resultados que anuncian fueran verdad, deberían mostrarse satisfechos, no resentidos. Esto muestra, una vez más, que el régimen Ortega-Murillo no va a ceder el poder por voluntad propia. Solo saldrán con una presión interna y externa máxima. El problema es que, con un estado policial instaurado, con los altos niveles de represión existentes, es difícil realizar presión interna… aunque no imposible.

En los últimos años, la represión y persecución del Gobierno Ortega a defensores y defensoras de derechos humanos, movimientos sociales, ONG internacionales ha sido la norma. ¿Cómo ha sido esta represión en el caso de los movimientos feministas?

Fuimos las primeras en experimentar la persecución. El respaldo a la denuncia de Zoylamérica (hijastra de Ortega) contra Daniel Ortega por abuso sexual, nos puso en la mira. Y la denuncia posterior del pacto con el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) para repartirse el Estado y luego coparlo todo. La penalización del aborto en 2006, días antes de las elecciones dejó claro el valor que le daban a los derechos y la vida de las mujeres. Tras su victoria en el 2006, inició una campaña de difamación contra lideresas feministas a través de sus medios de comunicación, a la que siguió una denuncia ante la Fiscalía contra varias organizaciones acusadas de “triangulación de fondos” algo que quisieron presentar como corrupción. El caso quedó cerrado por falta de pruebas.

A pesar de las enormes dificultades, seguimos resistiendo (…)  Las feministas están activas en diversos espacios y frentes de esta lucha.

 

Geni Gómez continúa detallado una persecución que fue aumentado paulatinamente. “Denunciamos todos los retrocesos en el discurso, los mecanismos y la legislación para enfrentar la violencia machista, la manipulación de los sentimientos religiosos, el clientelismo de la escasa política social, el carácter neoliberal y extractivista de la política económica, los abusos de poder… Evidentemente, no nos ganamos su simpatía”.

En medio de un contexto adverso, Geni Gómez destaca el poder de las mujeres para resistir. “El movimiento feminista apostó por construir su autonomía, y esa autonomía fue la que no pudieron aniquilar. Nunca pudieron cooptar al movimiento feminista como si hicieron con otros movimientos sociales. Y así llegamos a abril de 2018, en el que las feministas nos sumamos a la insurrección cívica en los diversos ámbitos y escenarios. Hoy tratan de asfixiarnos mediante el control de apoyo financiero externo, con la ley de agentes extranjeros, y con la cancelación de la personería jurídica a varias organizaciones feministas y la apropiación de sus bienes. A pesar de las enormes dificultades, seguimos resistiendo”.

Además de la persecución, se ha registrado un aumento de los feminicidios y otros tipos de delitos contra las mujeres. ¿Qué tipo de violencias enfrentan las mujeres nicaragüenses y, en concreto, las mujeres que forman parte de los movimientos feministas?

La violencia ha aumentado en Nicaragua exponencialmente. La violencia machista, la política y la institucional se realimentan y el clima de impunidad reinante las acelera. Hay factores ligados a la crisis política y la represión que evidentemente contribuyen a un aumento de la violencia machista y violencia generalizada como son la excarcelación, sin ningún criterio legal, de miles de presos comunes a lo largo de estos tres años –algunos para engrosar las filas de paramilitares y/o captar adeptos–. Por otro lado, está claro que la voluntad y los recursos de la policía están al servicio de la represión. La desconfianza en la institución policial es evidente, las redes sociales están llenas de denuncias y alertas por desapariciones de niñas y adolescentes. Para las víctimas y familiares hay poca confianza en la acción de la policía, mientras que los agresores y delincuentes confían en que la policía no actuará en su contra.

En los últimos años se han producido cientos de detenciones arbitrarias. Quienes visitan a esas personas en las cárceles son mujeres que pasan horas esperando una respuesta sobre su paradero o para poder entregarles comida y agua. “En reiteradas ocasiones –denuncia Geni Gómez- en esas visitas, las mujeres son sometidas a tratamientos vejatorios y humillantes. En el caso de las últimas 40 personas detenidas, solo se han podido tener tres visitas en seis meses”.

Para las feministas estar limitadas a expresarse, no poder salir a las calles, no poder encontrarse y actuar juntas, es muy frustrante y doloroso.

 

Las mujeres activistas y organizadas en el movimiento sufren además la vigilancia política y constantes amenazas. Los centros de mujeres y a aquellas que tienen mayor liderazgo visible viven acoso frente a sus casas, presencia policial o para-policial, pintadas amenazantes en sus casas, vigilancia para impedirlas salir, etc. “Esto está siendo muy duro. Toda crítica es considerada por las leyes como delito. Para las feministas estar limitadas a expresarse, no poder salir a las calles, no poder encontrarse y actuar juntas, es muy frustrante y doloroso”.

¿Cuáles han sido y están siendo las estrategias de las mujeres nicaragüenses para resistir en un contexto tan adverso? ¿Es posible hacer justicia?

La resistencia se basa en redes organizativas, redes de apoyo y cuidado mutuo. Las feministas están activas en diversos espacios y frentes de esta lucha. En la documentación de las graves violaciones a derechos humanos, en el acompañamiento y atención a víctimas directas y familiares, en la denuncia e incidencia internacional, en el sostenimiento del trabajo y comunicación con la gente y comunidades, etc. Es un trabajo en semiclandestinidad. La lucha por la justicia ha sido uno de los ejes básicos de actuación. Habrá justicia por todas las violaciones a derechos humanos, costará, tendrá sus tiempos, pero estamos convencidas que se logrará. Hay un sentir mayoritario de que no se podrá construir una nueva Nicaragua sobre el silencio, el olvido y la impunidad

Muchas mujeres se han visto obligadas a dejar el país debido a la persecución y el hostigamiento al que se han visto sometidas. ¿De qué forma estas mujeres colaboran con las que se quedaron en esa resistencia y en la construcción de otro futuro posible? ¿Cuál es el papel que están jugando las ONG internacionales en este sentido?

Afortunadamente las nuevas tecnologías nos permiten estar en comunicación constante dentro y fuera del país. Fuera se puede decir y acceder a tribunas que desde dentro no se puede o es más riesgoso. Por eso, es un trabajo callado y constante. Trabajamos también con algunas ONG que, a pesar de las dificultades, siguen comprometidas con la defensa de los derechos humanos en Nicaragua; eso sí, muchas veces en silencio para no ponerse en riesgo y poder sostener el trabajo

Como mujer feminista nicaragüense, tras la celebración de una elecciones que han sido un fraude , ¿qué le pide a la comunidad internacional y a los organismos supranacionales de derechos humanos?

Que no reconozcan ni el proceso ni los resultados, como hemos visto que está ocurriendo. Ha sido demasiado descarado. Pero sobre todo que no se olviden de Nicaragua, que no pasen página, que siga la presión, que se hable de lo que ocurre en el país, que se comprometa a más personas e instituciones. La prioridad ahora es no reconocer la legitimidad del régimen Ortega Murillo y demandar y presionar por todos los medios posibles por la libertad de las presas y presos políticos. También es muy importante, urgente y necesario que se actúe de acuerdo a la gravedad de la crisis, que se facilite el reconocimiento del estatuto de refugiado político, que no se someta a más sufrimiento a quienes tienen que abandonar el país por preservar su libertad, su integridad o su vida.

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