La semana pasada volvía a repetirse la fotografía de la última década. Los datos del Informe AidWatch, de la plataforma europea CONCORD, confirmaban que con un 0,22% de la Renta Nacional Bruta destinado a Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) en 2020, España continúa a la cola de Europa, incluso por detrás de países como Hungría. La media europea se sitúa en el 0,5%, una cantidad a la que el gobierno de coalición se comprometió a alcanzar con la intención de normalizar su política de cooperación y acercarla a la de sus socios europeos. Tras casi dos años de legislatura, la AOD continúa congelada en 2.600 millones, lo que supone 2.000 menos que en 2009. Estos datos son completamente anómalos para un país de la dimensión de España con una vocación de compromiso global.

Signos de cambio
En un contexto de refuerzo de las políticas públicas del Estado, los presupuestos presentados por el Gobierno vienen a dar un giro de timón en cooperación internacional. Las propuestas para cooperación tienen cuatro características inéditas en los últimos diez años:

1. Incrementan el programa de cooperación un 60% respecto a 2021, alcanzando los 1.076 millones de euros. De ellos, 293 serán destinados a la donación de vacunas contra la Covid-19, en coherencia con el compromiso de 30 millones de dosis asumido con el Plan de Acceso Universal y reforzado por Pedro Sánchez en la Asamblea General de Naciones Unidas, el pasado septiembre. Recordamos que solo el 4% de la población subsahariana ha recibido una dosis.

2. Se hace una clara apuesta por las instituciones propias de cooperación como la Secretaría de Estado de Cooperación -con 295 millones- y sobre todo la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID), que recibe un 28% más hasta alcanzar los 491 millones. En el caso de la AECID es importante destacar que el incremento viene por la vía de presupuestos frente a la tendencia de los últimos años que incrementaba los recursos a través de la cooperación delegada que recibía de la UE.

3. Las organizaciones no gubernamentales de desarrollo recibirán 53 millones más a través de la AECID. Este aumento cambia la tendencia de los últimos años en los que las ONGD han estado infradotadas, llegando a recibir la mitad de recursos que hace diez años.

4. No se producen crecimientos artificiales en partidas que “inflan” la AOD, pero que luego no tienen una capacidad real de ejecución y contribución a los objetivos de cooperación en los países que más requieren de nuestro apoyo. Es una medida de calidad y facilitará una mayor ejecución de los fondos presupuestados y mejor calidad.

Estos elementos suponen señales favorables de cara a la reforma del sistema de cooperación que el Gobierno iniciará en las próximas semanas. Sin embargo, existen cuestiones que deben ser corregidas en el diálogo con los partidos políticos antes de aprobar definitivamente las cuentas. Una de las más preocupantes es el escaso interés manifestado en la acción humanitaria; algo inaudito en un contexto mundial con 55 crisis humanitarias en el que 235 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, una cifra sin precedentes.

El creciente empeoramiento de la situación internacional exige mayor rapidez en la toma de decisiones y en los pasos que se van dando.

Esperamos que la reforma suponga cambios sustanciales en el sistema de cooperación. Uno de ellos debe ser el relativo a la sostenibilidad y predictibilidad de los procesos que acompaña la cooperación. Es muy difícil trabajar en contextos complejos donde la financiación está en el aire, año a año. Una reforma seria exige una hoja de ruta presupuestaria que asegure los fondos destinados a esta política pública a largo plazo.

Más esfuerzo y más ritmo
A falta del informe de AOD de los presupuestos para 2022 -que permite la fotografía completa en todas las administraciones y que debería anexarse con la propuesta de cuentas-, La Coordinadora ha calculado que la AOD del conjunto del Estado para 2022 se acerca a los 3.500 millones de euros. Esta cifra equivaldría al 0,28% y supondría un incremento del 12% con respeto al año pasado. Cuando tengamos este informe se elaborará un análisis completo.

Aunque estos datos son positivos, no están a la altura del 0,35% que venimos demandando para poder cumplir con el objetivo del propio Gobierno de alcanzar el 0,5% al final de la legislatura. El creciente empeoramiento de la situación internacional exige mayor rapidez en la toma de decisiones y en los pasos que se van dando. Por otra parte, además de apostar por instituciones del Estado para fortalecer la cooperación y el sistema humanitario, España puede demostrar su liderazgo internacional en asuntos claves como el cambio climático y la recuperación social y económica de las regiones que han sufrido mayor impacto a causa de la pandemia. España puede tomar dos medidas:

1. Donación de, al menos, la mitad de los 11.000 millones de euros de derechos especiales de giro a países que han sufrido un mayor impacto económico por la pandemia, algo que solicitamos recientemente por carta al presidente Sánchez y en cuya respuesta se abría la puerta a estudiar la propuesta.

2. Más financiación climática para la adaptación y mitigación en los países en desarrollo, en el contexto de la Conferencia de la ONU sobre el cambio climático que se celebra a finales de este mes en Glasgow. Recordamos que en el Acuerdo de París los países comprometieron 100 mil millones de euros anuales a apoyar a los países más vulnerables a la crisis climática; a pesar del reciente anuncio del presidente Sánchez de aportar 30 millones de euros al Fondo de Adaptación, España sigue por debajo de su parte justa calculada en 450 millones.

Ahora que España empieza a salir de la emergencia sanitaria e inicia un ciclo de recuperación, es el momento de responder a la urgencia del contexto global desde la responsabilidad y la altura de miras. Es el momento de superar el incumplimiento exasperante de los compromisos adoptados. La pandemia nos ha demostrado que nuestra resiliencia como sociedad está asociada a entornos sostenibles, en los que los derechos son garantizados; contextos en los que se comparte la prosperidad y se refuerza la solidaridad. Es el momento de reforzar la cooperación y garantizar su utilidad frente a los urgentes retos globales.

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