Irene Bello Quintana es la nueva presidenta de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, que aglutina a más de 550 organizaciones españolas que trabajan en más de 100 países. Asume el cargo en un momento en el que se debate la reforma del sistema nacional de cooperación internacional, en el que su perfil profesional, enfocado en la incidencia política, será clave para defender los reclamos de la sociedad civil. “No queremos parches”, subraya desde Las Palmas por videollamada. Licenciada en Ciencias Jurídicas (1996-2001) por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Máster de Acción Solidaridad Internacional de Europa (Universidad Carlos III de Madrid), inició su carrera en el sector como voluntaria y estudiante en prácticas en varias ONG, siempre con la mirada puesta en la migración y el derecho internacional. En 2004 se incorpora a la Fundación CEAR y, tras pasar por varias entidades, se unió a Alianza por la Solidaridad, donde actualmente trabaja.

Pregunta. Asume la presidencia de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo, ¿cómo puede marcar su gestión la experiencia en incidencia política?

Respuesta. El contexto político actual requiere que haya ese trabajo de incidencia. Creo que la reforma de la cooperación y el nuevo sistema que se está planteando va a requerir que La Coordinadora esté ahí, siendo muy conscientes de que se llega hasta donde se puede y que, aunque pongamos toda la carne en el asador, las decisiones finales no son nuestras. Pero tenemos que echar el resto.

P. ¿Qué le impulsó a presentarse a presidenta de La Coordinadora?

R. Llevo 12 años siendo la presidenta de la Coordinadora de ONGD de Canarias y llevo tres años en la Junta Directiva de la Red de coordinadoras autonómicas. Me lo propusieron y, aunque ya me veía en un segundo plano para sacar adelante proyectos que tengo en la cabeza, me lo pensé. Y estoy acojontenta: acojonada, pero contenta. Es un reto. Pero estoy convencida, por experiencia, de que el trabajo de incidencia política no funciona si las organizaciones no nos implicamos. Y La Coordinadora la formamos personas de las entidades socias. Mi madre me decía que si algo no me gustaba, intentase cambiarlo. Y eso se hace desde dentro, quedándote en casa en el sofá no vas a transformar muchas cosas. Hay que arrimar el hombro.

P. Empieza mandato con la reforma de la Ley de Cooperación sobre la mesa. ¿Cuáles son sus expectativas?

R. Ahora es fundamental saber por dónde van a ir los partidos políticos, ver hasta qué punto van a poder llegar a un consenso o no. Y como Coordinadora estar atentos a cambio de qué se darían esos consensos. Nosotros hemos hecho una propuesta ―no nos gusta ni llamarlo reforma de la Cooperación porque eso puede acabar en parchear cositas― de un nuevo sistema de Cooperación, en el que se mire el contexto actual, las causas de los problemas globales, teniendo en cuenta la pandemia y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero luego eso hay que aterrizarlo. El punto de partida es que haya consenso para que, si viene un cambio de Gobierno, no haya que volver a empezar. Se trata de aprovechar el momento siendo conscientes de que no se conseguirá todo lo que proponemos, pero con unas líneas rojas. Que no se quede en un parcheo sin más. Hablamos desde la arquitectura de la AECID, si debe seguir dependiendo del Ministerio de Exteriores o no, cómo será la cooperación financiera o dónde se ubicará a la descentralizada. Tenemos una primera idea de lo que creemos que debería ser, pero en política no es o todo o nada. Vamos a ver dónde está el equilibro entre ambos. Hay voluntad política y creemos que los partidos han entendido que lo que hace falta no es simplemente cambiarle cuatro comas a la ley. Tenemos una Ley de Cooperación Española del año 1998, han cambiado muchas cosas y estamos en otro momento. Ya solo por eso, es necesario darle una repensada total.

Si queremos apostar a que la nueva cooperación española sea feminista, no basta con poner al final de las frases “y mujeres”, “y género”. Eso pasa por presupuesto y una mirada más transversal de lo que se hace.

P. ¿Cuál sería vuestro todo?

R. En los documentos de La Coordinadora hay uno que llamamos el de “las siete C”, que tiene que ver con la coherencia de políticas, con una cooperación feminista, ecologista, que ponga en valor, como elemento diferenciador, la cooperación descentralizada, que cuente además verdaderamente con los países y los socios locales, que aprenda de otras culturas con las que convivimos, que sea innovadora… Todo es mucho. Al final, esto hay que aterrizarlo y tiene que haber respuesta presupuestaria. Para que de verdad haya una lógica de coherencia de políticas, acabamos hablando de los ODS y de que las Administraciones Públicas no pueden trabajar en estamentos cerrados. Todo es mucho, pero tenemos que ir a por ello para ver luego dónde nos quedamos. Para bajar las expectativas, ya vendrán otros. Si queremos apostar a que la nueva cooperación española sea feminista, no basta con poner al final de las frases “y mujeres”, “y género”. Eso pasa por presupuesto y una mirada más transversal de lo que se hace.

P. En la última asamblea general de La Coordinadora, la secretaria de Estado de Cooperación para el Desarrollo, Ángeles Moreno Bau, volvió a prometer que se destinará el 0,5% del PIB en Ayuda al Desarrollo a final de la legislatura, ¿cree que se cumplirá este compromiso?

R. Sí. No hay nada oficialmente que nos diga que no. El compromiso se mantiene. En breve tendremos que empezar a tener reuniones con los partidos para los Presupuestos Generales del Estado del año que viene. Tendría que haber una subida importante de los presupuestos para que realmente nos creamos que se puede conseguir. Lo que sabemos es que no puede ser es que le hagan la gran subida en el último año para llegar al 0,5% del PIB si no lo han hecho en los otros tres. No me atrevo a decir que no me lo crea, me lo quiero creer por ahora, pero un punto importante va a ser la propuesta del actual Gobierno para los presupuestos del año que viene.

P. La Ley de Cooperación está en proceso de reforma, pero ¿las ONGD también necesitan una transformación?

R. Sí, rotundamente. No lo digo porque crea que no tengamos que seguir haciendo lo hacemos, sino porque de la misma manera que pienso que el sistema de cooperación está obsoleto y que seguimos copiando y replicando modelos antiguos en un contexto diferente, a las organizaciones, de una manera u otra, también nos pasa. Pero, mientras que digo que el sistema de cooperación no necesita una reforma, sino hacer uno nuevo de cero totalmente diferente, en el caso de las organizaciones creo que tienen que mejorar, adaptarse y actualizarse, pero eso no implica que todo lo que hagamos no sirva. Con nuestros más y menos, con nuestros aciertos y errores, y con muy pocos fondos en muchos casos, somos un sector con capacidad de adaptación, adecuación y reinvención. Lo hemos hecho siempre. Un ejemplo claro ha sido la pandemia. Hemos estado meses en estado de alarma, sin poder estar en los países y, cuando se han podido reactivar los proyectos, la situación ya no era la misma y nos hemos tenido que adaptar a las nuevas necesidades.

P. La pandemia ha dado un duro golpe a las ONG en términos de apoyo económico, ¿han evaluado desde La Coordinadora el impacto y cómo responder?

R. Desde marzo del año pasado, se han hecho varias encuestas internas a las entidades socias para ver cómo ha afectado la pandemia. Nos ha impactado como a todo el mundo; aunque es verdad que la cooperación se enfrenta al mensaje de primero los de aquí y luego los de allí. El último Eurobarómetro sigue situando a la sociedad europea y en particular a la española como solidaria y a la que realmente le preocupan los problemas en otros países. Pero hay que materializarlo. Que la sociedad esté concienciada no quiere decir que se lancen a la calle a buscar a los captadores de fondos. Es complicado, la gente primero quiere resolver lo más local para después preocuparse de lo de fuera. A nivel general, en la cooperación descentralizada ya veíamos la involución más por el color político de los Gobiernos autonómicos que por la pandemia. No es solo por la crisis de la covid-19, aunque esta ha dado argumentación a determinados partidos a los que les venía bien irle quitando poder a la cooperación. Dependiendo del momento político, apuestan mucho por ella o van quitándole importancia.

No me atrevería a decirles más que gracias a los socios, a los que nos apoyan, a los que donan o voluntarios. Pero si además pueden hacer un contagio positivo de otra mirada de ver la vida, desde la solidaridad y la humanidad, lo agradecería.

P. Con todo, 2,4 millones de personas ayudan como socios a las ONGD, ¿qué les diría?

R. Les diría que sigan ayudando y colaborando. Pero no todo es lo económico, también se puede transmitiendo una mirada positiva al entorno. Somos un sector que necesita fondos para sacar adelante los proyectos y dar respuesta a situaciones complicadas. Pero es desolador tener la sensación de que estamos luchando con argumentaciones que parece que no nos entiende nadie fuera del sector. Con la llegada de pateras a Canarias escucho burradas que hacía mucho que no oía. Aunque también hay gente que acoge a otros en su casa, que les lleva comida, que se mueve… Pero me he ido a la cama muchas veces mal al leer los comentarios en redes sociales, donde todo vale desde el anonimato, de racismo y xenofobia. No me atrevería a decirles más que gracias a los socios, a los que nos apoyan, a los que donan o voluntarios. Pero si además pueden hacer un contagio positivo de otra mirada de ver la vida, desde la solidaridad y la humanidad, lo agradecería.

P. ¿Ha habido una regresión en cuanto a la percepción de la Cooperación?

R. Creo que resistiremos. Lo hemos hecho siempre, no es el único mal momento de la Cooperación. Lo que me preocupa más es saber cómo. No me gustaría pensar que resistiremos porque hay una concepción de que si ayudas allí, dejan de venir aquí. Es una mirada, es válida, pero creo que aunque ayudes allí, la gente es libre de moverse e intentar buscarse la vida donde quiera. Migrar es un derecho. Obviamente, muchos no se jugarían la vida en el mar si tuvieran unos medios de subsistencia dignos; pero tengo miedo de que el discurso vaya solo por ver la Cooperación como una forma de contención; aunque vista así, tenga mucho futuro. También existe apoyo comercial y empresarial en África. ¿Para que la Cooperación siga tendrá que ser empresarial? Espero que no. Hasta donde pueda y esté, lucharé porque no. La empresa podrá participar, pero no a toda costa y solo para sus rendimientos económicos. La Cooperación no va a desaparecer, pero tendremos que ver qué Cooperación, nosotros queremos que sea más coherente, feminista, ecologista… Que no sea solo empresarial y de contención.

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