Empezamos por el concepto: “La cooperación feminista impulsa un desarrollo basado en la coherencia de políticas para el desarrollo sostenible; es decir, apuesta porque todas las políticas, nacionales e internacionales, garanticen los derechos humanos, la protección del planeta y la equidad entre las personas. La cooperación feminista cuestiona los modelos de desarrollo que hemos heredado del patriarcado, del capitalismo y del colonialismo”.

Una de las características de esta forma de entender la cooperación, nos explican, es que bebe de distintas fuentes: del feminismo decolonial, poscolonial e interseccional; de los ecofeminismos; de la ética de los cuidados y de la economía feminista. “Es fundamental, además, escuchar a las voces feministas de los sures globales; solo mediante esa escucha podemos establecer prioridades”.

P. Más allá de la política de cooperación, defendéis una política exterior feminista. ¿Qué significa este enfoque en un contexto internacional marcado por enormes retos globales?
R. Una política exterior feminista actúa para transformar las relaciones de poder y para lograr cambios de toda la sociedad; además, debe apostar por un enfoque multidimensional e interseccional. ¿Qué significa esto? Significa ir más allá del análisis de género y de la mirada binaria heteronormativa; debe convertirse en una herramienta de transformación frente a las desigualdades estructurales de los contextos en los que actúa. Por otro lado, debe visibilizar las capacidades de las mujeres para generar transformaciones profundas que derivan en sociedades más pacíficas, inclusivas y sostenibles. En este sentido, es fundamental que los movimientos feministas locales, las organizaciones de derechos humanos, las organizaciones antirracistas y los colectivos LGTBQ participen en la elaboración, aplicación y seguimiento de las políticas.

P. ¿Qué consecuencias debería tener este enfoque en la acción exterior española?
R. En primer lugar, supone ir a la raíz de las desigualdades estructurales; debe optar por soluciones con un alto poder de transformación. Debe buscar estrategias efectivas para eliminar la posición subordinada de las mujeres. No puede olvidar que existen sistemas de discriminación que generan desigualdades desde el racismo, la opresión de clase o la LGTBfobia. La realidad nos demuestra la urgente necesidad de aplicar un enfoque que pase página a “lo masculino”, “lo blanco”, “lo occidental”, “lo heterosexual”. Necesitamos apostar por un punto de vista no binario que responda a la diversidad de géneros, así como erradicar el androcentrismo o la concepción del ser humano como centro del universo. En definitiva, debemos abrazar un pensamiento crítico que cuestione el presente y nos encamine a un futuro en el que la vida de todo ser viviente esté en el centro de todo.

Damos un paso más hacia el entendimiento de este nuevo enfoque y preguntamos a Eveling Carrazco López, quien nos responde desde Nicaragua, Abya Yala (América Latina).

Debemos tener cuidado y no anclarnos a la versión más hegemónica de esta perspectiva, que se ve como un análisis de suma de opresiones o se usa de forma simbólica.

Eveling Carrazco considera que este nuevo enfoque impactará no solo a las organizaciones del Sur, sino también a mujeres y hombres españoles que trabajan en el sector. “Puedo imaginar algunas reacciones a esta propuesta”. En ese imaginar recorre distintos colectivos sus posiciones y las posibles consecuencias. Comienza por las “feministas blancas/mestizas hegemónicas” que dirigen las ONG locales. Lo recibirán con “celebración -afirma- porque hablar de política feminista tiene grandes implicaciones reivindicativas”. Ahora bien, señala la necesidad de superar ese feminismo blanco instalado en la cooperación que quiere “liberarnos de los hombres negros, indígenas y/o de sectores populares, vistos como salvajes maltratadores, pero dejando intactas otras opresiones y al patriarca blanco (incluso cooperante)”.

Sigue su recorrido por los “feminismos interseccionales” de las socias locales del Sur. “También festejarán porque por fin se responderá a las múltiples opresiones que atraviesan la vida de las mujeres, sus cuerpos y los territorios. Se están agrietando las gafas violeta de la cooperación que visualizan a mujeres, hombres urbanos de clases populares, indígenas, afrodescendientes, mestizos, empobrecidas y LGTBIQ+ como objetos de ayuda a quienes enseñar el camino de la liberación. Debemos tener cuidado y no anclarnos a la versión más hegemónica de esta perspectiva, que va ganando terreno dentro de la cooperación y la academia y se ve como un análisis de suma de opresiones o se usa de forma simbólica, como si fuera un spot publicitario de Benetton que marca los cuerpos. Esta cooperación los marca como grupos vulnerables sin tocar ni explicar las estructuras que han hecho posible esas realidades de permanente violencia y despojo”.

Reacción a este enfoque de las mujeres del Sur

¿Qué ocurre con las mujeres del Sur que no se definen como feministas? -se pregunta-, “mujeres que no se definen como feministas o que no se sienten convocadas por esta etiqueta ni son socias de ninguna cooperación”. Para estas mujeres, “este enfoque no supondrá gran cambio en sus vidas, que están en permanente asedio por las violencias neocoloniales y extractivistas, ni en sus luchas por la vida junto a los hombres y sus comunidades”.

“Por otro lado, los movimientos o feminismos antirracistas, decoloniales y/o anticoloniales verán, una vez más, cómo el mundo del desarrollo ejerce su violencia y extractivismo epistémico cuando se utiliza planteamientos que no comprenden las implicaciones metodológicas, pedagógicas y políticas que supone para nuestras realidades”.

Eveling Carrazco deja claro que todos estos posibles escenarios se concretarán de la mano de las mujeres del Sur, serán ellas quienes “validarán o no la utilidad de lo que se está cocinando en estos lados”.

P. ¿Qué debemos tener en cuenta para aplicar este enfoque en el trabajo que realizamos con nuestras socias locales?
R. Creo que el mayor reto para implementar una política feminista transformadora es que las mujeres y hombres de la cooperación sacudan muchos de sus pensamientos y prácticas neocoloniales. No tengo la receta, pero diría que es urgente que dejemos de hablar de cooperación para hablar de una “reparación histórica”, estudiar cómo la modernidad impactó y sigue impactando en nuestras vidas, sacudir las agendas hegemónicas de la cooperación para hacer frente a los retos que nos impone el extractivismo… Es necesario que dejemos a un lado la razón instrumental de pura eficiencia y eficacia. Debemos despojarnos de los pensamientos, técnicas y privilegios que la modernidad otorgó a mujeres y hombres blancos. Es necesario que las mujeres feministas de la cooperación no nos miren como sus hermanitas menores. Se necesita agudizar la mirada, la escucha, los sentidos… y esto implica renunciar a los privilegios. Sobre todo, requiere que ustedes, mujeres blancas, se transformen y se vean a sí mismas. Y luego podremos hablar, pensar, implementar y evaluar sin tanta jerarquía pautada por el mundo moderno colonial. Una cooperación transformadora requiere atender los deseos de las mujeres, hombres y sus territorios más allá de las agendas hegemónicas.

Eveling Carrazco acaba esta entrevista haciendo una defensa de las grietas. “Como decía Antonio Gramsci, las hegemonías nunca son totales. Ese pensamiento blanco occidental no alcanza a todas las mujeres del Norte, siempre hay grietas, subversiones. Por experiencias propias, puedo decir que viviendo en el Estado español experimenté las violencias del feminismo colono racista, pero también tejí otras relaciones con mujeres que me abrieron otros marcos de comprensión y de posibilidades de relacionamiento; ahí están ustedes”.

 

 

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