Después de las graves consecuencias provocadas por el incendio en el campo de Moria, resulta difícil imaginar qué más tiene que suceder para que la Unión Europea, y sus Estados miembros, reaccionen ante la sistemática y permanente vulneración de los derechos humanos básicos de las personas migrantes o refugiadas. El Pacto de migraciones europeo podría ser la oportunidad perfecta para dar el giro de timón que se necesita. Es incomprensible la rapidez con la que se ha construido esta propuesta que no ha tenido suficientemente en cuenta la experiencia y los análisis de colectivos directamente implicados en estos asuntos.

La elaboración de este pacto debería ser una oportunidad para garantizar que las políticas de migración contribuyan al desarrollo sostenible en los países de origen tal como se recoge en la Agenda 2030. Debería ser una puerta para apostar por una política migratoria integral centrada en los derechos humanos. No debería olvidar los efectos de la actuación de la UE en los países de los que se ven expulsadas las personas que llegan a nuestras fronteras.

Es urgente garantizar vías seguras y regulares que eviten que las personas opten por rutas peligrosas en las que exponen su vida. Además, debe ponerse fin a la utilización de la cooperación como instrumento para frenar los movimientos migratorios. La cooperación con terceros países debería basarse íntegramente en el fomento del desarrollo sostenible y en ningún caso en la prevención de la migración. Llama la atención que, en lugar de promover la gestión rápida de las solicitudes de asilo, se focalice en la prevención en la entrada y la expulsión a terceros países –sin saber quién y cómo determina qué países son considerados seguros.

Riesgos

Tal como apunta, CEAR, existen diversos riesgos que exigen que la propuesta sea modificada:

– Establecimiento de un mecanismo acelerado para estudiar las solicitudes de asilo; los plazos breves limitarían las garantías del procedimiento.
– Falta de acuerdo sobre mecanismos de desembarco seguro y la posterior reubicación obligaría.
– Adopción de acuerdos con terceros países donde no se garantizan los derechos de las personas migrantes.
– Incremento del retorno a países no seguros.
– Utilización de la pandemia como excusa para mantener medidas restrictivas.

El Pacto debería servir para consolidar un modelo europeo común de migraciones y asilo que respete los derechos humanos y la dignidad de las personas. No puede olvidar, en ningún caso, los valores fundacionales de la Unión Europea o la legislación internacional respecto a derechos fundamentales. No hacerlo pondrá en riesgo la vida de miles de personas migrante e incluso la esencia de la Unión Europea.

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