Esther Mutheu es una joven de 24 años de Nairobi. Esta estudiante de Gestión de Negocios tuvo un hijo con 21 años, mientras estaba en la universidad. Gracias al apoyo de su familia pudo continuar sus estudios, a diferencia de muchas estudiantes de su país que dejan su educación para cuidar a sus hijos. Agradecida por la fuerza que le dio su entorno, decidió convertirse en educadora par y sensibilizar a jóvenes de su barrio sobre salud sexual y planificación familiar.
Como Esther, miles de chicas se quedan embarazadas mientras estudian en Kenia. Según el informe “Sauti Sasa!”, publicado por el grupo de investigación Youth Act, de Amref, unas 13.000 chicas se ven obligadas a dejar los estudios anualmente a causa de su embarazo. Solo en 2018, los centros de salud del país reportaron más de 500.000 embarazos de chicas de entre 10 y 19 años.
La alta tasa de embarazos adolescentes no solo repercute en la educación de las niñas, también es un problema de salud global. Tal como afirma la OMS, las complicaciones durante el embarazo y el parto son la mayor causa de la muerte de las jóvenes de entre 15 y 19 años.
Los matrimonios forzosos con hombres mayores, el desconocimiento sobre métodos anticonceptivos y la falta de acceso a una eficiente salud sexual causan este gran número de embarazos adolescentes. Según el Instituto Guttmacher, que investiga sobre salud sexual y reproductiva, aunque el 83% de los profesores kenianos afirmaron haber hablado de métodos anticonceptivos con sus alumnos en clase, solo entre un 13% y un 20% de los alumnos dijeron haber aprendido los distintos métodos, cómo usarlos o dónde obtenerlos, y más de un 60% confesaron querer saber más.
Este desconocimiento sobre métodos anticonceptivos encaja con los datos del Ministerio de Sanidad de Kenia, que recogen que, a pesar de que aumenta el número de jóvenes que usan anticonceptivos, también aumentan los embarazos adolescentes.
Es imperativo y urgente que los y las adolescentes africanos tengan acceso a salud sexual de calidad, sin importar su origen social, su nivel de educación o si viven en una zona remota. La educación sexual no solo contempla los métodos anticonceptivos: también inculcan valores como el respeto, la tolerancia o la auto-aceptación.
Casi 1 de cada 3 chicas menores de 18 años experimentan alguna forma de violencia sexual en Kenia, y hasta un 68% de niñas en edad de escolarización han admitido tener relaciones sexuales bajo coacción. Son cifras inaceptables que demuestra que la violencia de género es endémica y global.
El grupo de investigación Youth Act ha recogido estos datos en el informe “Sauti Sasa!”, que en swahili significa Suena ahora. Para la elaboración del informe se usó una plataforma digital donde los jóvenes kenianos dieron su opinión anónima sobre salud sexual, métodos anticonceptivos y embarazos adolescentes.
Después de escuchar las voces de los jóvenes, el informe considera necesario ampliar los planes de estudio de salud sexual en las escuelas, orientar a los padres para que se involucren en la salud sexual de sus hijos y deje de ser tabú, luchar contra las tradiciones dañinas como la mutilación genital femenina o los matrimonios forzados, proteger a las supervivientes de violencia de género mediante unas estructuras claras de denuncia y visibilidad y facilitar productos higiénicos básicos en entornos seguros para que las chicas no recurran a las relaciones sexuales a cambio de productos menstruales.
Los jóvenes como Esther Mutheu alzan sus voces para que la sexualidad deje de ser un tabú y asegurar que todos los jóvenes, estén donde estén, tengan acceso información y métodos anticonceptivos de calidad.
Sobre Youth Act
Y-ACT, Youth in Action, es una red con más de 3.500 integrantes africanos que promueve la involucración de los jóvenes en la toma de decisiones para impulsar la igualdad de género y los derechos y salud sexual y reproductiva en el continente.