Confianza: el lazo más importante que se puede trazar entre dos personas para que una le confiese a la otra algo que le atormenta. Esta seguridad es la que ofrecen 15 mujeres que provienen de países como Malaui, Nigeria, Senegal o Argentina y que se han convertido ahora en agentes de cambio en Madrid, Navarra y Zaragoza. Algunas de ellas sufrieron violencia de género y ahora, formadas y empoderadas, acompañan a otras mujeres que están pasando por lo mismo.

Esta red de apoyo y de confianza mutua, que se ha creado por medio del proyecto Access, sirve para detectar, acompañar y poner a su disposición recursos a los que acudir. La iniciativa, que ha sido puesta en marcha en España por Médicos del Mundo, se replica en Europa de la mano de organizaciones como GAMS  (Bélgica) y FORWARD(Reino Unido).

El motor de la iniciativa son las propias mujeres migrantes que viven en España. El proyecto forma a 45 mujeres (15 por cada país que participa en el proyecto) que son quienes finalmente realizan la intervención con otras migrantes. Porque si bien es verdad que la violencia de género atraviesa a todas las mujeres sin importar origen, creencia, ni raza, el colectivo migrado es especialmente vulnerable. Empezar de cero en un lugar donde el idioma, la cultura y el modo de actuar son completamente distintos, propician un escenario idóneo para silenciar situaciones de violencia machista.

Trabajamos con hechos, con dolores, con muchísimas mujeres que sufren golpes a diario y que son incapaces de decidir y tener voz propia porque están anuladas como personas

Nixon Mamb le pone rostro e historia a una de esos 15 motores de cambio. Camerunesa, con una altura imponente, Nixon llegó hace 10 años con su hija para reunirse con su marido. Lo primero que experimentó fue el profundo choque cultural.  Pasó de tener las puertas abiertas de su casa, a estar encerrada en su nuevo hogar “por miedo a meter la pata y no saber relacionarse”, sentencia.  Luego llegó el choque idiomático: “Tardé seis meses en decir hola a un desconocido en la calle”, recuerda. Y más tarde, la incomprensión burocrática, quien le concedió una “residencia de cinco años con autorización para trabajar solo bajo el permiso de su marido”. Barreras cada vez más altas que le impedían articular palabra y denunciar lo que sucedía dentro de su propia casa. 

El cambio llegó. La valentía de darle la vuelta a la historia le hizo posicionarse y comenzar a participar como protagonista de su propia vida. Empezó a relacionarse con sus vecinas y con las personas a las que habitualmente veía en entornos comunes. Así supo de las formaciones y charlas que Médicos del Mundo Zaragoza ofrecía a mujeres migrantes: “Para mí no fue fácil, primero por mi situación personal y también por otras historias conocidas que he vivido. La formación fue fundamental para conocer el enorme abanico que existe cuando se habla de violencia de género y darme el valor y las herramientas que necesitaba para poder estar a la altura”.

Confianza y acompañamiento

Talleres de sensibilización, comidas en grupos de asociaciones y encuestas son algunas de las herramientas que las agentes de cambio ponen en marcha con el objetivo de detectar algún caso de violencia. La clave se basa en escuchar sin juzgar y ofrecer el coraje suficiente para que acudan a los servicios sociales especializados. Nixon confirma que “lo importante es generar confianza. Tenemos muy claro que lo primero es denunciar esas situaciones que no son normales, pero ante todo sabemos que lo más importante es proteger a quien decide dar el paso y acompañarla en todo el proceso sin forzarla hacer algo de lo que no se siente segura”.

Lo esencial es conseguir que “sean conscientes de que existen prácticas malas que se aplican por el simple hecho de ser mujer y que puedan actuar en consecuencia para hacer frente a estas situaciones

Si el acompañamiento es crucial, también lo es conocer los servicios que están disponibles. Desde el proyecto han puesto en marcha una web donde se pone a disposición un mapa geolocalizado para encontrar el servicio más cercano, así como un chat de atención en 10 idiomas. Nixon Mamb asegura que toda la ayuda es poca cuando hablamos de violencia de género y no concibe cómo en la actualidad existen voces que la niegan: “Trabajamos con hechos, con dolores, con muchísimas mujeres que sufren golpes a diario y que son incapaces de decidir y tener voz propia porque están anuladas como personas”.

La prevención

Según datos del Ministerio del Interior, se calcula que en España hay más de 55.000 mujeres y niñas procedentes de países en los que se practica la mutilación genital femenina (MGF). De ellas, 18.396 tienen entre 0 y 14 años. La Red Europea EndFGM estima en 15.907 las supervivientes de MGF que vivían en España en 2018.

Mamb asegura que la formación le ha proporcionado a ella y a sus hijas herramientas y conocimientos suficientes para abordar temas como los matrimonios forzosos, prostitución, la violencia machista o la mutilación genital. Lo esencial es conseguir que “sean conscientes de que existen prácticas malas que se aplican por el simple hecho de ser mujer y que puedan actuar en consecuencia para hacer frente a estas situaciones”.

La formación y el conocimiento en estos temas se convierten en la mejor arma para prevenir y detectar los casos. Nixon Mamb asegura que lo más difícil de todo este proceso ha sido compaginar su rol de madre con el de agente de cambio y  enseñar a sus hijas “qué es una vida sana sin violencia. A partir de ahí, intentamos informar no sólo a jóvenes, sino también a madres y a muchísimas familias sobre ciertas prácticas que se dan en el ámbito familiar y en la pareja. Porque la formación no se tiene que quedar en nosotras. Tenemos que seguir, tenemos que ampliar, tenemos que llegar a mucha más gente”.

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