Gioconda Diéguez llega a nuestra oficina un lunes por la tarde recién estrenada la semana de la #RevueltaFeminista. En sus manos, folletos coloridos con palabras como derechos, mujeres o #SinRiesgo. Diéguez trabaja con Alianza por la Solidaridad desde 2011; a Bolivia llegó hace cinco años. Obstetra de formación, se dedica a la defensa de los derechos de las mujeres y a los proyectos de cooperación hace más de 20 años. Conversamos con ella sobre la desigualdad de género, el protagonismo de las mujeres, los riesgos actuales y las movilizaciones del 8 de marzo.

¿Cuál es su trabajo en Bolivia?

Trabajamos en articulación con organizaciones bolivianas. Desde 2006, nos hemos centrado principalmente en la lucha por los derechos de las mujeres, con énfasis en los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a vivir libres de violencia, a la participación política y a los derechos económicos.

¿Qué papel juegan las mujeres en la defensa de los derechos humanos?

Un papel importantísimo. Las mujeres siempre han sido protagonistas. En toda América Latina han sido personas activas en la defensa de la democracia y los derechos humanos, en general, y en la lucha por sus derechos, en particular. En Bolivia hay movimientos muy diversos que trabajan desde distintos enfoques y espacios; en ese contexto, las mujeres indígenas tienen un papel destacado.

Menciona a las mujeres indígenas, ¿cuál es su situación en Bolivia?

En Bolivia hay varios indicadores que denotan la vulneración de los derechos de las mujeres, pero, cuando analizamos el caso de las mujeres indígenas, estos indicadores son mucho más alarmantes. Si hablamos, por ejemplo, de la muerte durante el embarazo o el parto, la mayoría de las mujeres que mueren son de origen quechua, aimara o de otra identidad indígena. Si analizamos la violencia de género, de manera general, siete de cada diez mujeres denuncia haber sufrido violencia física, psicológica, sexual o acoso callejero; en el caso de las indígenas estas violencias son más frecuentes.

¿Cuál es el papel de las mujeres indígenas en la defensa de sus propios derechos?

La organización es clave. Hay movimientos de mujeres indígenas que son parte de confederaciones, de organizaciones de base, de iniciativas que están liderando procesos para colocar la agenda de las mujeres y sus derechos en el centro de las políticas -además de los derechos humanos, en general-. Nosotras hemos apoyado a mujeres –adolescentes, jóvenes y adultas- en zonas periurbanas y rurales de Bolivia para que construyan una agenda local por la defensa del derecho a vivir libres de violencia, por la defensa de los derechos sexuales y reproductivos. Hemos acompañado el proceso de coordinación y diálogo con las autoridades para presentar esa agenda. Además, han hecho vigilancia de los servicios públicos para generar propuestas de mejora de la calidad de atención, por ejemplo, en los servicios que brindan atención a la violencia de género.

Cuál es la reacción de los representantes públicos en ese diálogo. ¿Se han conseguido avances?

La reacción inicial puede ser de cierta reticencia por sentirse vigilados, pero la ley boliviana garantiza la vigilancia ciudadana. Por tanto, lo que han hecho las mujeres es hacer efectivo un derecho reconocido por la normativa. Gracias a ello, se han logrado mejoras en la atención, por ejemplo, en relación a la privacidad, al respeto de las costumbres y las lenguas originarias, se han modificado señalizaciones para encontrar algunos servicios en las instituciones públicas… Parecen cuestiones muy básicas, pero en algunos casos no se tenían en cuenta hasta que las mujeres lo pusieron sobre la mesa.

¿Cuáles son los retos que los movimientos feministas afrontan en Bolivia en este momento?

Aún hay importantes brechas entre lo avanzado en lo normativo y la implementación de las normas. Una de las cuestiones más importante es que lo que se ha conseguido a nivel legislativo en materia de derechos sexuales y reproductivos se traduzca en una garantía real, tal como reconoce la Constitución. También es necesario que se garantice el derecho a vivir libres de violencias. Y además, en este momento, es muy importante no retroceder en lo avanzado: hay que garantizar la laicidad del Estado, la garantía de los derechos de las mujeres, la paridad, la participación política. Hay un reto enorme que no solo afecta a Bolivia sino a todo el mundo: hay que erradicar el machismo que mata mucho más que el coronavirus. Debemos seguir fortaleciendo las organizaciones sociales y el movimiento feminista, las organizaciones indígenas. No podemos retroceder. Hay que luchar contra todas las formas de discriminación que aún están presentes en el país.

¿Cómo se presenta el 8 de marzo en Bolivia?

Vivimos un contexto complejo en el que se sigue reivindicando la agenda de las mujeres, la necesidad de garantizar plenamente sus derechos. En la semana del 8 de marzo habrá movilizaciones en las que están implicadas mujeres de distintos sectores: sindicalistas, integrantes de los movimientos feministas, indígenas… Todas movilizándose para que se garantice la igualdad de género y los derechos de las mujeres como parte de la democracia. No podemos hablar de democracia sin derechos de las mujeres.

 

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