- Con 2.180 millones de euros, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) se redujo del 0,19% al 0,18% de la RNB en 2018, de este modo España continúa a la cola de Europa. La media europea alcanza el 0,47%.
- Si observamos la ayuda que realmente contribuye al desarrollo –la ayuda genuina-, entonces, la cifra cae al 0,15%.
- El Gobierno contabiliza como AOD partidas que no deberían ser consideradas como tal. Estos fondos, llamados ayuda inflada, alcanzan casi el 23% del total y se incrementan un 30% con respecto al año pasado. España se sitúa a la cabeza de los países con más ayuda inflada junto con Italia y Alemania.
- Al ritmo actual, Europa cumplirá con su compromiso de destinar el 0,7% a cooperación en 2061. España, instalada por séptimo año por debajo del 0,2, no tiene ninguna posibilidad de alcanzarlo, si no hay un cambio urgente en la política de cooperación.
España se estanca a la cola de la Europa de los 15 en su compromiso con la cooperación para el desarrollo. A pesar de las palabras de Pedro Sánchez en la ONU en relación a los enormes retos que afrontamos globalmente, el presupuesto destinado a cooperación continúa siendo mínimo. Con un 0,18% de la RNB destinado a esta política pública, España se queda muy lejos de la media europea que alcanza el 0,47%. Los datos provienen del Informe AidWatch 2019, realizado por la red europea CONCORD, en el que se analizan los datos de 2018.
Si ponemos el foco sobre la llamada “ayuda inflada”, es decir, los fondos que no contribuyen directamente al desarrollo en los países que más lo necesitan, la fotografía de España sale borrosa. Estas partidas ascienden a 463,14 millones (un 22,9% del total), una cifra que, además, ha aumentado un 30% con respecto al año pasado. Los desenfoques de esta fotografía provienen de contabilizar como AOD los fondos para atender las necesidades de las personas refugiadas en España, las becas a estudiantes en nuestro país, el alivio de la deuda y el pago de intereses, junto con la ayuda ligada – aquella en la que el país receptor se ve obligado a adquirir bienes o servicios producidos en el país donante –. Son gastos que alejan la ayuda del foco de la lucha contra la pobreza y la desigualdad y empeoran la calidad de nuestra cooperación.
Más sombras que luces
Puedes consultar la ficha de España con la infomación completa en este enlace.
En cuanto a la llamada eficacia de la ayuda, es decir, los fondos que más contribuyen a la mejora de la vida de las personas, España no ha cumplido con el objetivo de apoyar a los países menos adelantados. Tampoco ha aumentado los fondos destinados a ayuda humanitaria o sensibilización, que son claramente insuficientes.
Más sombras que luces
Por otra parte, España ocupa el penúltimo puesto, solo por delante de Corea, del Índice de Calidad de la Ayuda. Un índice que mide cuestiones como la transparencia, la eficacia de la ayuda o las instituciones con las que cuenta el sistema de cooperación.
En la parte de luz de este retrato, aparecen los pasos que el Gobierno de Sánchez dio para construir una arquitectura de alto nivel para la Agenda 2030 y su liderazgo en el ámbito europeo y multilateral para impulsar su implementación. Los pasos, sin embargo, se han quedado en el inicio del camino puesto que España todavía no cuenta con una estrategia de desarrollo sostenible.
Europa, el descenso de una ayuda insuficiente
La UE vuelva a bajar sus fondos destinados a cooperación, una tendencia que se mantiene desde 2017. La media europea se sitúa en un 0,47%, lo que significa un 5,8% menos que el año pasado. Además, el 14% de esta ayuda – unos 10 mil millones- son ayuda inflada. A pesar de la caída, la UE se mantiene como el mayor donante mundial con casi 72.000 millones de euros.
El informe de CONCORD señala que Europa no cumple con la meta de apoyar a los países más pobres, que tan solo reciben el 0,12% del RNB frente a la meta del 0,20%. Dicho de otra manera, los países que más apoyo necesitan, solo reciben el 8% de la ayuda europea. Tampoco cumple con el objetivo de asegurar que el 85% de los programas contribuyan a promover la equidad de género. Aunque ha habido avances, todavía queda mucho por hacer para que la mayoría de los programas, no solo no perjudiquen la equidad de género, sino que contribuyan positivamente a lograrla.
Recomendaciones
En plena negociación de un posible nuevo gobierno, recordamos la necesidad de fortalecer esta política pública crucial en un contexto mundial con múltiples y complejos retos y pedimos:
- Recuperar la política de cooperación en los primeros presupuestos que se presenten.
- Establecer una hoja de ruta para un pacto de estado de la cooperación con reformas, recursos y capacidades que garanticen una cooperación orientada a la igualdad de género, los derechos humanos, la sostenibilidad del planeta y la garantía de los espacios cívicos.
- Establecer un proceso concreto y fiable para alcanzar el 0,5% de la RNB para Ayuda Oficial al Desarrollo como paso hacia el 0,7% con recursos de calidad y reduciendo la ayuda inflada. En las condiciones actuales no es posible alcanzar el 0,5% al final de legislatura y el 0,7% antes del 2030.
- Garantizar que la lucha contra la pobreza y la desigualdad, y la defensa de los derechos humanos sea el eje central de la cooperación. Asegurar especialmente que los instrumentos relacionados con la cooperación financiera y la gestión migratoria cumplan con estos objetivos.
- Retomar las negociaciones sobre el nuevo marco de relación de las Administraciones Públicas con las organizaciones de la sociedad civil. Que reconozca y promueva los diferentes roles de las organizaciones sociales en el desarrollo.
- Aprobar una estrategia de desarrollo sostenible que garantice procesos de desarrollo coherentes con los derechos humamos y la protección del planeta. Esto supone realizar cambios que permitan contar con instituciones fortalecidas para tal tarea como la AECID. También supone trabajar firmemente con las empresas para que respeten los derechos humanos, la igualdad de género y la protección del planeta. Supone también apostar por el apoyo a la sociedad civil.