Artículo de Irene Ortega, vocal de la Coordinadora de ONGD, publicado en ElDiario.es

Tenía nueve años cuando estrenaron Los Goonies, una historia al más puro estilo Spielberg. En ella, un grupo de preadolescentes decide resistir al malo capitalista que quiere desterrarles de los muelles de Goon y arrebatarles su infancia, su tierra y su dignidad.  ¿Qué movió a Kevin, un niño enfermizo, el más pequeño de la panda, a liderar tamaña aventura? ¿Por qué le siguieron los demás?

Creo que la respuesta a estas preguntas podría darnos algunas pistas para formar personas y sociedades defensoras de los derechos humanos. Soy una niña de los 80, crecí con este tipo de historias. Perdonadme si vuelvo a ellas para encontrar un poco  de luz en este mundo despiadado.

Recalé en Los Goonies recientemente, al coincidir con un amigo jesuita que vive en el Amazonas compartiendo la lucha de los pueblos indígenas. Me impresionaron las historias que trajo consigo sobre vulneraciones impunes de los derechos humanos, y sobre  la salvaje destrucción del corazón del planeta por la codicia imparable de quienes no conocen otro dios que el dinero.

Pero me impresionó aún más la historia que me contó sobre una mujer macuxi que respondió a la agresión de los matones de una de las  muchas empresas que expoliaban su tierra y masacraban a su gente. Un solo grito bastó para condensar la dignidad y la firmeza de la lucha por sus derechos: “ ¡Vamos a permanecer aquí hasta el último indio!”

Pues bien, creo que para que la ignominia no se apodere definitivamente de esta Europa y de este mundo, tendremos que ser un poco macuxis y un poco goonies. O lo que es lo mismo, tendremos que plantar cara a las vulneraciones de derechos y contra la dignidad humana: pobreza, exclusión social, desigualdades, violencias, destrucción de la Tierra.

Hay tres cosas que goonies y macuxis tienen en común y que estamos perdiendo. Si queremos acabar con la pobreza y la desigualdad, deberíamos asegurarlas.

Primera: conectividad de la buena

Los goonies estaban conectados con su pueblo, con sus bosques, con el mar, con sus muelles. Los recorrían en bici y eran amigos como sólo se puede ser a los 12 años. Los macuxis están conectados con cada criatura visible o invisible de la selva y la sabana, con su modo de vida, con su comunidad. ¿Con qué está conectada la sociedad occidental? ¿Somos conscientes de que nuestro destino va unido al de nuestros congéneres y al del resto de seres que habitan el Planeta?

Segunda: tener muy claro lo qué está en juego

Los goonies sabían lo que significaba malvender sus casas para dejar vía libre a un lucrativo complejo en los muelles de Goon: sus familias se sentirían humilladas y vencidas, sería el fin de la única vida que habían conocido y, sobre todo, se separarían. Del mismo modo, toda mujer macuxi sabe lo que lo que espera a sus hijos e hijas si abandonan la selva: marginación urbana, drogas, alcohol, prostitución, pérdida de identidad, de autoestima y de sentido. ¿Sabemos en occidente lo que nos jugamos cada vez que la dignidad humana es pisoteada? ¿Vamos a reaccionar? ¿O esperaremos a que no quede nadie que pueda defendernos cuando vengan a por nosotros, como dice el poema de Martin Niemöller?

Tercera: saber dónde está el tesoro

El tesoro de los goonies era su amistad, su identidad y la dignidad de sus familias.  Por eso buscaron el otro tesoro, el de Willy el Tuerto. El tesoro de los macuxis son sus sabanas y sus selvas de montaña, sus ríos, su cultura, su espiritualidad, sus vínculos, su forma de vida. ¿Cuál es el tesoro de nuestras sociedades tan tecnológicas, tan presuntamente avanzadas?

Dice el Evangelio de Mateo que “ donde esté tu tesoro allí también estará tu corazón”. No creo que podamos decir que en el corazón de las sociedades occidentales late el respeto profundo a la dignidad humana y la defensa de los derechos que la garantizan. Pero estoy segura de que si pudiéramos volver a tener doce años, no nos costaría tanto ser un poco más macuxis. Y entonces seguro que lucharíamos por la dignidad, hasta el último goony.

El 15 de octubre saldremos a las calles para resistir hasta el último goony.

(Las movilizaciones de la Semana contra la Pobreza pueden ser consultadas aquí)

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