Artículo de Ángel González , vocal de la Coordinadora de ONGD, publicado en el blog 3.500 millones. 

30 años no son nada o son mucho… Corría el año 1986 el 4 de diciembre, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobaba la Declaración sobre el Derecho al Desarrollo. Trece días después, la Coordinadora de ONG de Desarrollo fue inscrita en el Registro. Este año, por tanto, toca celebrar aniversarios y aprovechar el momento para hablar de derechos humanos y desarrollo; cuestiones que tanto la Coordinadora como la Declaración tienen como eje central.

El derecho humano al desarrollo surge como respuesta de los países del, entonces llamado, Tercer Mundo al enfrentamiento de bloques que se producía durante la Guerra Fría. Este conflicto latente les convertía en constante objeto de injerencia, haciendo que su territorio fuera a menudo el escenario de las guerras que las superpotencias nunca se atrevieron a tener en su territorio o en el de sus aliadospremium.

El derecho al desarrollo también buscaba compensar la preponderancia occidental de los derechos civiles y políticos. Se defendía entonces que, sin un avance importante en el cumplimiento de los derechos económicos, sociales culturales y ambientales, el ejercicio de los civiles y políticos podría quedar en mero papel mojado. Establecía también que todo ser humano y todos los pueblos están facultados para participar, contribuir y disfrutar de su propio desarrollo y sus derechos.

Derecho a tener derechos

En este sentido, se trata de lo que Hannah Arendt denominó mucho tiempo antes el derecho a tener derechos. Tras la Segunda Guerra Mundial, cuando millones de personas estaban desprotegidas por el Estado, la filósofa judía alemana defendía la ciudadanía como presupuesto que permitía disfrutar de los derechos. Más de 70 años después del nacimiento de ese concepto de mano de Arendt, millones de personas continúan sin disfrutar sus derechos a causa de la pobreza, la desigualdad, la vulnerabilidad ambiental y la falta de protección de los Estados.

Algunas cuestiones que parecían olvidadas han vuelto a recuperar vigencia; otras han aparecido complicando la ecuación. Las injerencias en otros países no han desaparecido; algunas, incluso, se han complicado. Tal es el caso de la imposición de tratados comerciales, como el CETA y el TTIP, que protegen los intereses de las multinacionales por encima de las personas y del planeta. En la Declaración sobre el derecho al desarrollo no había ni una sola mención al medioambiente; una cuestión que solo aparecería en la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro en el año 1992. Ahora, finalmente somos conscientes de que solo un desarrollo humano compatible con los límites ecológicos del planeta es sostenible a medio y largo plazo.

Vuelven las peores sombras

A veces tenemos la sensación de que el pasado se empeña en regresar aún con sus peores sombras. Si Hannah Arendt reflexionaba con un desastre humanitario de fondo; el que enfrentamos en estos momentos es profundamente preocupante. La humanidad afronta la peor crisis de migración y refugio desde la II Guerra Mundial. Más de 65 millones de personas han sido expulsadas de sus hogares por los conflictos en Yemen, Siria, República Centroafricana, Afganistán o Irak; por la vulneración de derechos humanos en África, Oriente Medio y América Latina; o por el cambio climático y la pobreza extrema. Mientras tanto los países más ricos, especialmente Europa, han dimitido de su responsabilidad sobre el cumplimiento de los derechos humanos.

Parece que fue ayer cuando nos inscribimos en el registro y comenzamos nuestra andadura. 30 años que no son nada y son mucho. Mucho hemos caminado en este tiempo. Nuestras luchas siguen plenamente vigentes. No cejaremos en nuestro empeño para defender el derecho al desarrollo; para acabar con la pobreza, la desigualdad y la degradación del planeta. Un trabajo que apuesta por el enfoque de género y de derechos humanos, y que pone en el centro la dignidad de las personas y la protección del medioambiente.

Continuamos dando la batalla. El próximo paso será el día 15 de octubre cuando saldremos a las calles de muchas de nuestras ciudades para exigir que los derechos humanos estén por encima de los intereses de las multinacionales. Ahí nos vemos.

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