Atajar la desnutrición infantil debe ser prioritario en la cooperación al desarrollo Post2015
Con ocasión del Día Mundial de la Alimentación hay que aprovechar una vez más para poner sobre el tapete el creciente problema de la desnutrición, que se ha expandido a occidente y se convierte en un factor limitante en el desarrollo de los países. El hambre encabeza la lista de los 10 mayores riesgos a la salud en el mundo, causando diariamente más muertes que el SIDA, la malaria y la tuberculosis juntas. La ingesta insuficiente de vitaminas, minerales y otros nutrientes básicos debilita el sistema inmunológico, provocando retraso en el crecimiento y un incremento exponencial de la mortalidad infantil.
La etapa comprendida entre el embarazo y los dos años de edad es crítica para atacar la desnutrición, ya que en la mayoría de los casos es un problema heredado. Una dieta apropiada durante este periodo puede proteger a un niño de un retraso en el desarrollo físico y mental como resultado de las carencias nutricionales.
Debido a las tradiciones culturales y estructuras sociales, las mujeres son más proclives al hambre y la pobreza, siendo muy frecuente que mujeres desnutridas den a luz a un niño con bajo peso. Según UNICEF, alrededor de un 50% de las embarazadas en países en vías de desarrollo padecen de anemia, lo que conlleva a la muerte anual de 315.000 mujeres durante el parto debido a hemorragias.
Según el Índice Global del Hambre (GHI), en 2014 cerca de 805 millones de personas pasan hambre en el mundo, lo que supone que una en cada ocho se acuesta cada noche sin haber ingerido ningún alimento. Al hablar de malnutrición esta cantidad se duplica, alcanzando los 2.000 millones de personas y las tasas de mortalidad infantil llegan a los 2,6 millones de niños menores de 5 años. Para el año 2050 los patrones climáticos errantes auguran un incremento a 24 millones en el número de niños que pasan hambre, siendo la mitad de ellos de África subsahariana.
España, líder en pobreza infantil
Estas cifras se concentran, en mayor medida, en los países en vías de desarrollo, aunque el hambre ha llegado a países desarrollados. España, impactada socialmente por la reciente crisis económica, se ha convertido en el segundo país de la Unión Europea con mayor índice de pobreza infantil, superado sólo por Rumanía. Según datos de Eurostat (2013), el riesgo de pobreza entre los niños menores de 18 años en España se situó en el 29,9%, superando en casi nueve puntos la media europea.
La falta de ingresos en las familias conduce incluso a un deterioro gradual de la capacidad de acceso a los alimentos para consumo privado que no puede garantizar el sustento básico para las familias.
Mujeres en el medio rural
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) calcula que en torno al 75% de las personas que pasan hambre viven en zonas rurales, en comunidades cuya única vía para la subsistencia es la agricultura en tierras marginales, propensas a ser afectadas por desastres naturales como sequías o inundaciones. El modelo económico actual y la globalización de los mercados en condiciones de inequidad ha conducido a un progresivo deterioro de la economía campesina, que lleva a situaciones de pobreza extrema a miles de familias de medios rurales.
Si las mujeres en las áreas rurales tuvieran el mismo acceso a la tierra, la tecnología, los servicios financieros, la educación y los mercados que los hombres, la población hambrienta se podría reducir en 100-150 millones, por lo que las intervenciones sobre el terreno enfocadas al impulso de la figura de las mujeres en su sociedad suponen una importante oportunidad.
Dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) se encuentra la eliminación extrema de la pobreza y el hambre antes del 2015, lo cual implica inversiones en agricultura, desarrollo rural, protección social e igualdad de oportunidades, que supondrá una importantísima contribución a la paz y la estabilidad de los territorios, así como a la reducción de la pobreza.
Los gobiernos deben marcar como objetivo prioritario en sus agendas políticas Post2015 la consolidación de sistemas alimentarios sostenibles como vía del desarrollo de sus territorios, que mediante una distribución eficiente de los recursos sería alcanzable, ya que con simplemente 1$ se proporciona a cuatro niños todas las vitaminas y los nutrientes diarios necesarios para crecer sanos.
Farmamundi en el Día de la Alimentación
Todos los proyectos e intervenciones de Farmamundi buscan reforzar el sistema sanitario mediante estrategias de acceso a medicamentos esenciales y promoción de su uso racional, a través de intervenciones en el ámbito de atención primaria, atención materno-infantil y lucha contra la desnutrición.
Las actuaciones orientadas al combate de la desnutrición están teniendo un impacto esencial en territorios en los que el deterioro y la precariedad de las condiciones de vida de la población civil, a causa de los conflictos, supusieron un repunte de las tasas de malnutrición aguda, especialmente entre la población infantil.
Se ha actuado combatiendo la emergencia nutricional de la población refugiada en Siria y en el cuerno de África, así como mediante intervenciones post-emergencia en Malí, mejorando el estado nutricional de mujeres embarazadas y niños menores de cinco años, como sector de la población más vulnerable. También en 2013 se distribuyeron 2 toneladas de leche infantil en polvo como complemento nutricional a familias con extrema pobreza y a orfanatos en 7 países de África, Sudamérica y Asia. De igual modo se suministran medicamentos esenciales para el tratamiento de las patologías asociadas a la malnutrición aguda, reforzando de esta manera el acceso a asistencia médica y tratamiento nutricional.
Rafael Herrero Delicado
Farmacéutico y Delegado de Farmamundi en Murcia