Mercedes Ruiz-Giménez Aguilar · Presidenta de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo-España
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El gobierno se empeña en mostrarnos a una España comprometida con un mundo cada vez más interdependiente en el que los problemas y las soluciones son globales y no se pueden gestionar en solitario. La apuesta por un creciente liderazgo internacional, que hace unos días se concretaba en la candidatura para ocupar una de las sillas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, iba acompañada de un folleto titulado “Diálogo, solidaridad y compromiso” en el que se ensalza el compromiso de España con los derechos humanos, la equidad de género, la cooperación, la lucha contra la pobreza y el desarrollo humano y sostenible.
Queremos ser actores internacionales, estar entre los “grandes”. Pero sólo unos días después de intentar poner un pie en esa silla, el respaldo, las patas y hasta el asiento se desmoronan. Los Presupuestos Generales del Estado para 2014 muestran una absoluta incoherencia entre el discurso y la realidad. “A medida que crezca la economía española, el gobierno volverá a apoyar una inversión en cooperación al desarrollo generosa, inteligente y eficaz”, dijo Mariano Rajoy en la 68 Asamblea General de la ONU. Algo no cuadra: si, como dicen, estos son los presupuestos de la recuperación y estiman un incremento del PIB para 2014 del 0.7%, entonces, ¿cómo se explica que los PGE 2014 sitúen la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) en el 0.17% de la RNB; es decir, un retroceso que sitúa la cooperación española en los niveles de 1990, cuando España era aún un donante incipiente?
Los PGE 2014 suponen un nuevo golpe a las políticas sociales y dentro de ellas a la política de cooperación al desarrollo. Un golpe que hace especial incidencia en los principales actores de la cooperación española –MAEC, AECID y ONGD- que sufren una nueva reducción de fondos, limitando su capacidad de actuación a la mínima expresión. La otra cara de este brutal recorte es que el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas incrementa su peso al pasar a gestionar el 47,72% del presupuesto; un porcentaje que en su práctica totalidad se corresponde con las contribuciones obligatorias como miembro de la UE (fondos FED) y residualmente de organismos internacionales. En resumen, no recortan más, porque no hay de dónde hacerlo.
Para más inri, esta ausencia de recursos se ve agravada por una concepción de la acción exterior de España de miras muy cortas cuya expresión más patética y dramática es la tan traída Marca España que vemos reproducida en la Ley de Acción Exterior que se está tramitando en estos momentos en el Congreso. Una ley que pretende definir la presencia de España en el mundo y cuyo pilar estratégico se asienta en la diplomacia comercial por encima de la cooperación como herramienta privilegiada para el diálogo bilateral y multilateral basado en intereses mutuos ¡Qué tremendo error confundir el Estado con una Marca! Los pilares, de nuevo, se tambalean.
¿Dónde queda, entonces, el tan alardeado compromiso con la Cooperación?, ¿con qué herramientas se piensa luchar para la erradicación de la pobreza, la defensa de los derechos humanos y el desarrollo sostenible?
Cuesta entender que este gobierno no logre apreciar lo que la política de cooperación ha conseguido en las diferentes etapas en la lucha contra la pobreza y en relación con la imagen de nuestro país en el exterior. ¿Realmente creen ahora que España con estos presupuestos y estos valores puede ser reconocida como un actor global responsable que asume sus compromisos en relación con la gobernanza internacional y con la calidad y la cantidad de la AOD?
Lamentablemente no estamos ante los presupuestos de la recuperación; estamos ante unos presupuestos que insisten en el recorte de las políticas públicas sociales, en las políticas de ajuste con consecuencias dramáticas en el incremento de la pobreza y las desigualdades. Tenemos que reaccionar frente a estos presupuestos de la pobreza, denunciar sus consecuencias y demandar, otras políticas basadas en la satisfacción de las necesidades sociales y la defensa los derechos humanos.
El 17 de octubre, día internacional para la erradicación de la pobreza, es una buena oportunidad para movilizarnos y exigir un cambio de rumbo.
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Análisis y valoración de la Coordinadora de ONGD sobre los PGE2014