Firmin Adjahossou. Simposio de las Conferencias Episcopales de África y Madagascar

Hay esfuerzos para fomentar la coherencia de políticas, pero no queremos esfuerzos, queremos compromisos (…) La cantidad de dinero que sale de África cada día es infinitamente superior a la que llega a través de la cooperación


«Me gusta apasionarme con lo que hago así que cuando comencé a perder el sentido de lo que hacía comprendí que era el momento de cambiar, de seguir en otra dirección». Firmin Adjahoussou, estudió ciencias, se dedicaba a la investigación hasta que un día fue voluntario en el área de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal de Benín, «ahí trabajaba con cuestiones sociales y tuve el privilegio de tratar temas relativos a la paz en África Occidental. Precisamente por mi preocupación por la humanidad pasé a trabajar en el ámbito del desarrollo humano».

Originario de Costa de Marfil, de padres benineses, Frirmnin Adjahoussou se orgullece de tener una cultura diversa. Desde 2005 trabaja como responsable de campañas e incidencia política en el Simposio de las Conferencias Episcopales  de África y Madagascar, cuya sede está en Ghana. De visita en España para participar en una jornada sobre acaparamiento de tierras en África que organizó Manos Unidas, conversó con la Coordinadora de ONGD sobre la desigualdad internacional, la explotación de los recursos naturales de África o las demandas de la sociedad civil africana.

 

Pregunta – ¿Qué papel juega la cooperación internacional en el trabajo que realizáis?

Es muy importante porque estamos viviendo en un mundo globalizado en el que estamos interconectados. La cooperación es importante para transferir tecnología, herramientas, conocimiento, investigación… que permitan desarrollar tanto en Europa como en África o América Latina una nueva tecnología que funcione y que sea eficiente. La cooperación internacional es una buena oportunidad para transferir tecnología a los países, al continente, a los lugares que más lo necesiten para que sean capaces de conseguir su propia forma de desarrollo.

P – ¿De qué manera esa transferencia de tecnología influye en la vida de las personas?

La tecnología es importante en la medida en que nos ofrece la llave para la energía renovable. En África contamos con un enorme potencial para la energía renovable, pero no hemos desarrollado la tecnología necesaria para aprovechar nuestros propios recursos. Mientras muchos países y regiones viven sin energía eléctrica básica, Europa cuenta con energías renovables que son útiles y que complementan el sistema básico de electricidad. Con la transferencia de tecnología de este tipo muchas familias podrían beneficiarse y la educación de niños y niñas podría mejorar; incluso se beneficiaría el sistema de telecomunicaciones por el que estamos pagando una cantidad enorme precisamente porque no contamos con la tecnología más básica. Pero más allá de todo eso, lo que necesitamos es coherencia de políticas para el desarrollo.

P. ¿A qué se refiere con «coherencia de políticas para el desarrollo»?

Hay esfuerzos para fomentar la coherencia de políticas, pero no queremos esfuerzos, queremos más compromisos. Los países miembros de la Unión Europea deben comprometerse con una política de desarrollo a nivel europeo, de manera que esa política común sea aplicada en todos y cada uno de los Estados. Hay muchos países que no actúan conforme lo establecido en Europa, sino que lo hacen de acuerdo a sus propias prioridades. Por ejemplo la política migratoria europea está bien, pero cuando se analiza cada uno de los países se observan grandes dificultades para implementarla. Por eso necesitamos coherencia. La necesitamos también en la política agraria porque es fácil decir que Europa está apoyando al desarrollo de la agricultura en África con tantos millones de euros, pero cuál es el impacto real más allá de esa cantidad de dinero si no podemos proteger a los y las agricultoras ni frenar el acaparamiento de tierras. Esto hace que al final, el dinero destinado a la agricultura no repercuta en las comunidades, sino que acabe derivando hacia sector privado.

P. ¿Qué puede contarnos sobre el acaparamiento de tierras en África?

El mundo entero está implicado en este acaparamiento de tierras; hay compañías europeas, asiáticas, americanas que se están acercando a África para hacerse con amplias zonas del continente. Ahora bien, más allá de la compra de tierras, debemos pensar cuál es el beneficio real de esta situación. Es algo parecido a lo ocurrido con la crisis financiera actual: muchas compañías pusieron dinero en el sistema bancario durante muchos años confiando en su capacidad, pero un día ese sistema colapsó. Ocurre exactamente lo mismo con el acaparamiento de tierras; las compañías corren para hacerse con tierras en África, algunas incluso se aprovechan de la fragilidad institucional en el continente. Todos los años billones de dólares salen del continente a través de distintos canales -entre ellos, el acaparamiento de tierras- y mientras, la comunidad internacional recauda dinero para garantizar el derecho a la alimentación en Mali, Burkina Faso, Senegal… Por qué esperamos a que se produzca esas crisis humanitarias y no actuamos antes, de manera que garanticemos un sistema sostenible de agricultura e impidamos el acaparamiento de tierras.

 

 

P. ¿Cree que la cantidad de dinero que sale de esta forma de África es mayor que la que se destina a la cooperación al desarrollo?

La realidad es que la cantidad de dinero que sale de África cada día es infinitamente superior a la que llega a través de la cooperación. En 2010 estuvimos en Suiza haciendo un trabajo de incidencia con el gobierno y le dijimos: no queremos vuestro dinero lo que queremos es que adoptéis leyes que obliguen a las empresas a ser transparentes y a rendir cuentas. Gracias a los sistemas de transparencia pueden salvarse millones de vidas en África porque permiten que la ciudadanía exija rendición de cuentas a sus gobiernos.

P. ¿La presencia de empresas extranjeras que explotan los recursos de África están contribuyendo de alguna forma a los conflictos?

Sí, esto es una realidad en África. Los llamados diamantes de sangre en Liberia y Sierra Leona continúan siendo una realidad; cientos de personas están siendo obligadas a dejar sus hogares a causa de las excavaciones que se están produciendo en la zona. Cada día, cada noche, la tierra está siendo excavada para extraer los recursos. Tenemos una rebelión extendiéndose por el centro de África y en muchos casos, al analizarla vemos que intervienen fuerzas externas que están buscando recursos y son parte del juego porque les interesan los beneficios. Lamentablemente, también son parte del juego nuestros políticos. Por eso debemos exigir la transparencia; eso es lo que intentamos hacer: ser la voz de quienes no tienen voz. Cada día debemos realizar ese seguimiento, desde enviar una carta, hasta hacer incidencia política, fomentar la presión social a nivel nacional, regional e internacional.

P. Volvamos a la cooperación; los recortes que se están produciendo en los fondos destinados a la cooperación ¿están afectando de alguna manera a su trabajo?

Los datos que tenemos en nuestra oficina regional nos demuestran que los fondos están siendo recortados de manera notable. Tenemos muchos proyectos en el área de la salud y en concreto, relacionados con el VIH Sida que están siendo afectados directamente por ese recorte de fondos. Por ejemplo, las contribuciones de los países al Fondo Mundial de Lucha contra el Sida de Naciones Unidas. Y esto está golpeando a muchas comunidades afectadas por el Sida. Esto ha hecho que, desde 2008, realicemos un trabajo global de incidencia para conseguir que la ayuda al desarrollo sea cada vez más eficaz y podamos evaluar su implementación con los gobiernos.

P. Usted también trabaja con los ODM, ¿piensa que serán alcanzados en 2015 o son sueño más?

Desde el inicio fueron planteados como un sueño no como una realidad; por eso precisamente debíamos intentar alcanzarlos. El informe de UN del año pasado mostró que no vamos a poder alcanzarlos porque estamos lejos de la meta y porque además existen muchas incoherencias en las políticas. El año pasado, en la Cumbre de Río+20, se acordó que debían añadirse objetivos de desarrollo sostenible. Espero que en este proceso que se inició seamos capaces de ser más realistas y preguntarnos qué funciona y qué no y de qué forma podemos diseñar un nuevo modelo de cooperación que sea efectivo en cualquier lugar del mundo. Si somos capaces de hacer eso, aseguraremos el futuro de nuestro planeta para las nuevas generaciones.

Convencido de que África tiene un gran potencial, Firmin Adjahossou recuerda que el futuro del mundo está en el continente. «Invito a las personas a que se preocupen más por África porque sólo así contribuiremos a una ciudadanía global, contribuiremos a la estabilidad del mundo; si hacemos tambalear a África todo el mundo se tambalea». Señala con firmeza que debemos aprender más del continente porque en tiempos de crisis como el actual, el conocimiento local africano tiene mucho que enseñar. «Tenemos nuestra propia forma de sostener el sistema de alimentación y supervivencia. Incluso en los peores momentos somos capaces de continuar».

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