Máxima Peña, dominicana, educadora y miembro del Comité de Solidaridad de Haití, expone que la realidad que caracteriza actualmente a Haití es el dolor, el hambre, la desnutrición, la miseria, el sufrimiento, la angustia, la incertidumbre, la desolación y el abandono… Mujeres y hombres que cada día luchan para que la vida triunfe sobre la muerte.
Describir la realidad de Haití, un país empobrecido, que lleva siglos debatiéndose para salir de la situación de pobreza en que quedó sumergido desde la colonización, no es tan fácil. Detrás de cada palabra hay un mundo de vivencias que atraviesa la vida de las personas. El terremoto del 12 de enero del 2010 fue como correr la cortina para que el mundo vea lo que por años no se ha querido ver de Haití.
Ocho meses después del seísmo que dejó más de 300.000 muertes, llegó el cólera, que no existía en la isla de Quisqueya o Ayiti (nombre indígena de la Isla Hispaniola) y fue introducido por miembros de los cascos azules de la ONU-MINUSTAH; en el que murieron más de 7.000 personas, y cada día continúan muriendo porque el virus no ha desaparecido.
Este año, la fuerte sequía impidió que se desarrollara la rudimentaria agricultura en una parte del país, y en las zonas donde la siembra estaba a punto de recogerse, éstas fueron arrasadas por la última tormenta Sandy. Las fuertes lluvias y los ciclones golpean permanentemente a las 400 mil personas que permanecen en las deterioradas tiendas de los campamentos, como ha sido el caso de la tormenta Sandy que afectó a ocho de los 10 departamentos, en la que murieron unas 54 personas, dejó más de 20 desaparecidos y unas 10.800 personas sin viviendas.
La situación en Haití sigue siendo muy difícil. El país corre el riesgo de entrar de nuevo en más crisis, además de los problemas económicos y políticos, se han iniciado las movilizaciones sociales en protesta contra el hambre, la miseria y la carestía de la vida. Hay una fuerte crisis institucional a nivel del Parlamento y una crisis constitucional también. Diferentes sectores sociales no han logrado poder influenciar para que el presidente pueda dar una mejor dirección al país. Un gobierno que tiene como consejeros a personas de la dictadura de Jean Claude Duvalier.
Cada día aumenta la inseguridad y es progresivo el incremento de los grupos armados que se están movilizando.
La esperanza de vida en Haití es muy precaria, de acuerdo a las estadísticas 1 de cada 8 niños y niñas mueren antes de cumplir cinco años de vida y 1 cada 10 antes de cumplir un año, la edad promedio de vida es de 59 años para los hombres y de 63 para las mujeres.
En resumen, puedo caracterizar la realidad de Haití con estas palabras: Dolor. Hambre. Desnutrición. Miseria. Sufrimiento. Angustia. Incertidumbre. Desolación. Abandono… Mujeres y hombres que cada día luchan para que la vida triunfe sobre la muerte.
El gobierno no tiene planes concretos conocidos hasta ahora de cara a rehacer Haití. El estado de destrucción en que está el país amerita un plan de reorganización descentralizada de la capital.
He podido visitar un plan de construcción de vivienda por parte del gobierno en la localidad de Mon Cabrit, a las afueras de la ciudad de Puerto Príncipe. Son pequeñas viviendas de unos 15.000 gds (300 euros), que son casitas prefabricadas de una sola pieza. Estas casitas están ¨destinadas¨ a las personas que estaban en los campamentos en los alrededores del Palacio Nacional.
¿Qué ha mejorado y qué ha empeorado en Haití en estos años?
Cuando todo está oscuro, encontrar la luz es espinoso. Sí puedo decir que ha mejorado la atención sanitaria, a sabiendas de que, mientras más personas son asistidas a nivel sanitario, es porque falta buena alimentación. Van mejorando de manera tímida algunas vías de comunicación terrestre.
Durante estos tres últimos años, ha empeorado la calidad de vida de las personas y el sistema político, económico y social. Ha aumentado el nivel de corrupción, en muchos casos utilizando dinero del Estado para proyectos sociales como es el caso del proyecto de comedores populares Ti Manman Cheri (Mamita querida), promovido por la Primera Dama. O el proyecto Ede Pép (Ayuda al Pueblo) del primer ministro Loran Salvado Lamot que consiste en facilitar tarjetas de teléfono a la población.